Columnistas

Paz urgente

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Me pela, es decir, me da igual, absolutamente lo mismo: que lo hagan en nombre de Dios o Alá para vengar a víctimas de la guerra, defender las buenas costumbres, el cambio social, el gobierno o hasta el derecho a la vida de los no nacidos. O para saldar cuentas por un “tumbonazo” entre narcos. Que el asesinato sea en Turquía, en Berlín o en Alajuelita es, desde el punto de vista moral, un dato secundario. Un sicario es un sicario, mata por convicción o por oficio, punto. Su retórica es pura envoltura, lo que cuenta es su acto y ese acto es violencia política sin destilar. Maldad, además.








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