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Pandereta

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El acto de iniciar cualquier lectura lleva implícito un propósito educativo, informativo o recreativo. Pero inevitablemente surgen distracciones, como si, a pesar de la concentración exigida por el texto, en el cerebro hubiera siempre espacio disponible para las acrobacias inconscientes de la memoria. Algo así como cuando, de camino por una calle del barrio, de pronto y sin saber por qué se nos ocurre pensar: “Vaya, hoy, en el vecindario, alguien está preparando casquitos de guayaba”.








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