Eugenia Chaverri, en una reciente entrevista publicada en la “Revista Dominical” de La Nación (11/5/2019), nos ofrece un pensamiento que nos obliga a meditar filosóficamente: “Uno debe vivir con lo necesario”. Pensamiento que bien podría ser una réplica a la inhumana sociedad de consumo que vivimos.
Pero a mí, además, me remite a Séneca, a quien casi había olvidado por mi lectura tan lejana del filósofo cordobés. Entonces, Eugenia me conduce a las Cartas a Lucilio y, de pronto, a sus consejos maravillosos, a la sabiduría acumulada por los años.
“Querido amigo Lucilio, el tiempo recógelo y guárdalo, pero sabiendo que cualquier momento de la vida que quedó atrás, solo lo tiene la muerte; previamente, encuéntrate a ti mismo. Todo nos es ajeno, solo el tiempo es nuestro; nadie que ha recibido el tiempo crea que debe algo, ya que es la única cosa que el reconocimiento no puede saldar”.
También nuestro filósofo decía: “No es pobre el que tiene poco, sino el que desea más” y, a la vez, se preguntaba: "¿Cuál es la medida de la riqueza? Primeramente, tener lo necesario, después, lo suficiente”.
Entonces, recordé las palabras de don Pepe, hablábamos de la pobreza y la riqueza, en mi casa, cuando yo vivía en Madrid: “¿Cuántos pares de zapatos tiene usted?”, me preguntó. “Tres", le contesté. “Pues le sobran dos pares”, me respondió sonriente. Y salió a relucir la austeridad, el aprender a vivir con lo necesario primero y con lo suficiente, después.
¿Hay alguna diferencia en los términos? Tal vez la misma que hay entre lo indispensable y lo bastante. Lo necesario para vivir conduce a lo bastante; ni mucho ni poco, ni más ni menos —lo regular—, sin sobra y sin falta.
La persona que duerme intranquila, a sobresaltos, pensando que le pueden robar el gran capital acumulado, permanece en estado de esclavitud, y la persona que también duerme intranquila, a sobresaltos, porque no tiene pan al otro día, sabe que le han robado su dignidad, lo que merece por su condición de ser humano.
Así como debemos evitar el estado de necesidad, debemos huir del exceso. Medianamente. No demasiado. Con lo necesario, Eugenia, con solamente lo necesario. Algo así como lograr el equilibrio espiritual o, quizá, el dormir apaciblemente.
El autor es abogado.