Página quince: Resuelto el problema del desempleo

La mejor idea del gobierno desde la propuesta de mezclar gasolina con etanol.

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Fanfarria, si son tan amables. El presidente, junto con su gabinete, halló la manera de resolver el problema del desempleo: el país tendrá una Agencia Nacional de Empleo para orientar y capacitar a las 300.000 personas que no encuentran trabajo (algo así como facilitarles el ingreso al club de los que comen tres veces al día).

El proyecto le fue encargado a una dupla de lo mejor de la nación: el Ministerio de Educación, bien conocido por la calidad de la enseñanza y de su comprometido personal con los estudiantes, y el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), sede de la economía social solidaria, a la vanguardia de las necesidades de la cuarta revolución industrial.

“Es darle la oportunidad a la gente de decirle: ‘Vea, usted vive aquí en San José y anda buscando trabajo en estas áreas, bueno, le hace falta llevar un curso de manipulación de alimentos, o un curso de electrónica, y estos los están ofreciendo en estas oficinas’. Entonces, la persona se puede matricular, pero ya está dentro del sistema, entonces cuando se gradúa, ya sabemos que hay una persona con ese perfil buscando empleo”, dixit Andrés Valenciano, presidente ejecutivo del INA. Está claro que la parte más difícil es entender todo este vocabulario.

De aquí a la fundación de la agencia, un poquito de paciencia. Aquellos con responsabilidades familiares tengan plena confianza en que ni el ICE ni el AyA ni la empresa de cable e Internet les van a desconectar el servicio, mucho menos Netflix. Habrá Agencia Nacional de Empleo y ese es suficiente argumento, incluso para el banco, si le deben algo de dinero.

Protección garantizada. Alvarado no pensó en abrir la competencia eléctrica para atraer empresas que contraten a los jóvenes, como hicieron las telefónicas cuando se eliminó el monopolio de las telecomunicaciones. No necesariamente energía hidroeléctrica, pudo ser oceánica, ¿no contamos acaso con dos grandes mares? O energía solar. En estos días, aun con lluvia, nos hemos estado bronceando. ¿Qué tal la geotérmica o la eólica?

Alvarado tampoco se arriesgó a abrir la competencia a la importación y distribución de gasolina o a hacerle caso a la Comisión para Promover la Competencia (Coprocom) de acabar con el monopolio de la producción de alcohol, en manos de la Fábrica Nacional de Licores (Fanal), empresa adscrita a otro ejemplo de eficiencia: el Consejo Nacional de Producción (CNP). Es un buen negocio para el cual no faltaría capital privado deseoso de invertir.

Tampoco pensó que el país necesita una fuente de empleos masiva, como cuando se produjo el punto de inflexión en las exportaciones y se firmaron acuerdos de libre comercio; luego fue el turismo, el cual atrae a más de 3 millones de visitantes anualmente, especialmente por la ecología; o como en 1999 cuando las ventas de Intel llegaron a representar el 30,5 % de las exportaciones de bienes y servicios del país y de 20 pasamos a 300 compañías de dispositivos médicos, componentes electrónicos y partes para la industria automotriz y aeronáutica.

Hoy, ni siquiera se habla de entrar a la Alianza del Pacífico, un mercado de 220 millones de personas a las cuales podrían interesarles algunos de nuestros productos.

Todo lo anterior debe ser motivo de alivio porque no nos entregaremos al capital extranjero, si la Agencia Nacional de Empleo entra en funcionamiento, el derecho humano al “no nos llame, nosotros lo llamaremos” será respetado a carta cabal. El ministro de Agricultura, Renato Alvarado, se encargará de proponer el chonete como símbolo nacional.

Y si Trump vuelve a imponer a México aranceles a las exportaciones, sería un gran negocio para los productores de aguacate Hass de Costa Rica, pues solo durante el Super Bowl de este año, en Estados Unidos se consumieron 109.771 toneladas de esta fruta procedentes de Michoacán. Los árboles en Los Santos deben estar ya produciendo a granel, ¿cierto, Francisco Dall’Anese, protector de nuestra salud?

Respeto a nuestros valores. A partir del 2020, la agencia atenderá de forma virtual. En otras palabras: Costa Rica no perderá sus valores esenciales: se caerá el sistema cuando los desempleados traten de enviar el currículum al mismo tiempo por Internet; si llaman por teléfono, la grabadora les dirá, dependiendo de cuán rápidos sean para digitar alguno de los números del call center: “Usted está en la posición 299.000, espere en línea y pronto será atendido por alguno de nuestros operadores”; si va personalmente, deberá hacer la fila tan propia del ser costarricense o, mejor aún, habrá una lista de espera como en la Caja Costarricense de Seguro Social. Esto último es un poco exagerado porque, ¿a quién se le ocurriría que, en cuanto la agencia abra sus puertas, 300.000 almas desesperadas van a correr por una ficha? Ni que fuera el Consejo de Seguridad Vial.

Gracias, presidente, thank you, merci, vielen dank, obrigada, kiitos, go raibh maith agat, gràcies, toda raba...

Solo queda preguntar quiénes serán los miembros de la junta directiva. Propongo, en aras de la transparencia, convocar una mesa de diálogo para elegirlos, con participación de las cámaras empresariales, los sindicatos, la sociedad civil y expertos en perfiles laborales; o conformar una comisión de notables porque, si no, el proyecto puede nacer muerto, y esa sí sería para el presidente una catástrofe nacional. Estamos a tiempo de evitarlo.

gmora@nacion.com

Guiselly Mora es editora de Opinión de La Nación.