El genio de León Tolstói trata de explicar por qué y cómo ocurrieron las batallas entre el ejército de Napoleón y los rusos en 1812, en Shervardino y Borodino. “Batallas que no ofrecían ventajas formales ni a los rusos ni a los franceses”.
A partir de ese momento los acontecimientos se sucedieron uno tras otro hasta la caída de Napoleón, porque hay batallas inexplicables, grandes y pequeñas, que nunca debieron darse. Una de estas la emprendió la defensora de los habitantes, Catalina Crespo.
El primer error de la defensora fue involucrarse en la investigación de la Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD). Le correspondía a la Agencia de Protección de Datos de los Habitantes (Prodhab), cuya impericia desnudó un reciente fallo de la Sala Constitucional a favor de Diario Extra. La Prodhab está abocada a la censura, no a cumplir su ley constitutiva.
¿Por qué Catalina Crespo creyó conveniente participar en un investigación cuyo asunto no le concernía, pues las decisiones de la Defensoría no son decisorias, sino investigativas? Sus facultades se limitan a sugerir a las instituciones el inicio de un proceso, más nada. Quizás, como dice Tolstói, la historia se encargue de esclarecerlo.
Otros errores fueron la pérdida de la entrevista efectuada al presidente, Carlos Alvarado, y el haberse abstenido de informarlo en su momento. También la orden de borrar del informe al exministro Rodolfo Piza despide un husmo político inobjetable.
Campo minado. Sin embargo, hay un asunto de fondo merecedor de más atención. Catalina Crespo no había asumido el cargo y ya se cuestionaba su idoneidad.
Basándose en que sus títulos universitarios, obtenidos en el extranjero, mas no convalidados en Costa Rica, la desligitimaban para la labor.
Es decir, aunque la ley de la Defensoría no establece requisito alguno a ese respecto, un graduado de Harvard, Cambridge, Essex o Stanford está incapacitado, según ciertos funcionarios costarricenses, para el puesto porque los cartones deben pasar por la burocracia nacional.
Así, empezó su trabajo esta mujer joven, bonita, rubia, profesional y proveniente de una familia ampliamente conocida en el país. Cuán pesada es la piedra en las espaldas de las mujeres con esas características, como atestiguarían Yolanda Oreamuno, Eunice Odio y hasta la misma expresidenta Laura Chinchilla.
¿Cómo le hablaban a Catalina Crespo sus subalternos? ¿En qué tono la asesoraban? Tan difícil los consensos en nuestro país, y 54 personas fueron capaces de coincidir en pedir la cabeza de su jefa. El acto no fue por generación espontánea. Cuando el río suena, piedras trae.
Ahora bien, a Crespo se le pide la renuncia por sus errores, pero se es blando con el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), quien hizo pública la vida privada de una mujer asesinada. Incluso un grupo grande de oficiales se hincó en la plaza de la Justicia, hace unos días, en solidaridad con él. Aunque es investigado, la cabeza de Walter Espinoza parece estar a salvo de Robespierre.
A favor de la verdad. No quiero decir que la ropa debe lavarse dentro. Enhorabuena cuando los funcionarios hablan abiertamente de las irregularidades de sus jerarcas, el mejor ejemplo es la médica Sofía Bogantes, quien valientemente denunció las deficiencias en Cardiología del Hospital México. ¡Cuántos, como los 54 de la Defensoría, necesitamos en el resto de las instituciones!
Cómo Tolstói, en Guerra y paz, cabe la pregunta por qué y cómo ocurrió esa batalla que no ofrecía nada a la Defensoría, pues ya el Ministerio Público había recibido dos denuncias relacionadas con el funcionamiento de la UPAD. Lo correcto era esperar el resultado de la investigaciones de la Fiscalía.
Es más, la entrevista “extraviada en parte” por la defensora no es prueba en ningún juicio. También una periodista de la Casa Presidencial grabó la conversación entre el presidente, Carlos Alvarado, y Catalina Crespo. Y ese audio tampoco sirve por “problemas técnicos”.
¿Cuántas probabilidades existen de que dos grabaciones idénticas, independientes, hechas con aparatos distintos “sufran problemas técnicos” que impiden su reproducción?
La actuación de Catalina Crespo amerita su renuncia, pero también existe una necesidad imperiosa de investigar qué pasó tanto al audio de la Casa Presidencial como al de la Defensoría, cómo se dañaron y si hay responsabilidades que establecer.
De esta suerte, la isla de Santa Elena tiene lugar para muchos Napoleones más.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.