Página quince: Los buenos pastores y los otros

Edén Pastora atrajo a miles de jóvenes a favor de su causa, pero, para Costa Rica, murió como un bribón.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Es clásica en la Biblia la imagen del buen pastor, como también se encuentran en ella advertencias contra los malos del gremio.

Desde pequeño, no me gusta la imagen edulcorada de la oveja obediente. Aquí mismo, los costarricenses repiten aquello de Vicente con su gente (¿incluida la de Moravia?) y Facundo Cabral parecía advertir, igual, que los hay malos, y “son muchos”.

Aprovecho la coyuntura: El Buen Pastor es una venerable institución costarricense. Alguien debería un día hacer una investigación seria, a ver si la dejan en los archivos de esa benemérita institución: Yvonne Clays, exesposa del Dr. Calderón Guardia, estuvo un tiempo allí porque, despechada y abandonada, no pudo pagar arriendo.

Otra ribera. Me gusta el cuadro de mi coterráneo Brueghel, donde, de manera burlona, por un camino y una iglesia que todavía existen al suroeste de Bruselas, va la escenificación tan visual del ciego que guía a otros del gremio: ¡Catástrofe asegurada! Basado en Mateo 15:14, advierte de que en ese caso todos caerán en el mismo hoyo.

La cosa es que aquello de ser “pastor” (por cierto, término preferido ahora por Iglesias cristianas) también, desde luego, se aplica en otros campos: es todo el mito y la realidad de Edén Pastora, que en paz descanse, caso doblemente aleccionador.

Por su nombre y apellido parece evocar resonancias bíblicas, pero su quehacer fue eminentemente político: ¿Héroe, bribón o los dos?

¡Vaya! En Costa Rica, deja una estela confusa. Ya saben, como el rastro de espuma y agua removida tras el paso de una embarcación grande.

Dicen que el tiempo lo empareja todo, pero aquí dejó constancia de lo que para muchos refleja el temperamento de vil villanía, mezclada con heroísmo. Pero ya se sabe, el agua y el aceite no se mezclan.

Engañados. Pareciera que la rebeldía consustancial de Edén, salido del edén, se prendió como una mecha al ser su padre muerto por la temible guardia de Somoza.

Sin mucha ideología, pero con un corazón popular, lo vimos después con el Frente Sandinista, especialmente en el frente sur, y tuvo retaguardia en Costa Rica.

Su apoteosis, sin duda, fue cuando, poco antes del derrocamiento de Somoza, él, como Comandante Cero, y un puñado de valientes —entre otros, Dora María Téllez, la única decente, me parece, que queda— tomaron el Palacio Nacional y por primera vez pusieron a Tacho de rodillas.

Los viejos todavía lo vemos y sentimos en los meses anteriores a la victoria grande para toda Centroamérica: Costa Rica, a una, simpatizaba con ellos. Y, cómo no, uno puede asegurar que entre los agentes del cambio estuvieron los compañeros con su fusil belga FAL, pero, además, recordemos, en el frente interno, los hermanos Cardenal y Mejía Godoy, y tantos “sensibilizadores” con arte y religión, en buenas proporciones, todo por conciencia política y corazón de oro, ¡eran pastores todos ellos que el papa, pastor polaco (lo fui a saludar en su natal Katowice) obnubilado por el caso de su tierra, nunca logró realmente entender ni valorar!

En el frente externo, pues sí, justamente iba Jimmy Carter, con cara de curita, pese a ser ingeniero atómico y, por aquí, no cabe duda, en yunta con todos, Rodrigo Carazo. Mi comunidad de entonces, en Montes de Oca siempre, era puro rojo y negro, y no por el fútbol.

Ceguera. Después, quienes lo vivimos de cerca pudimos valorarlo y quizá, entender, hasta qué punto una cosa es causa y la otra, efecto, como el tender cada vez más hacia el bloque soviético, primero Cuba y después, igual Nicaragua, ¿por la presión comunista en el Caribe o por la ciega contrarrevolución armada por los gringos?

Por favor, razonemos. Lo cierto es que en ese baile otra vez vimos a Pastora, el simpático, aquí en el Mercado Central, poeta como todo nicaragüense, de veleta, alineándose con la Contra, en un baile montado a un millón de dólares diarios por el norte, en tiempos de Luis Alberto Monge.

Recordemos a los muertos, en el triste y tenebroso atentado de La Penca, en 1984. Sin ser político, fui testigo privilegiado de todo ello en cantidad de misiones, como intérprete, tanto en el Ministerio del Interior de Managua, “centinela del pueblo”, como rezaba el verso de Tomás Borge; también aquí, en el Balcón Verde y Santa Ana, donde Monge, entre otros.

El épico héroe Pastora se me cayó del pedestal cuando, reconciliado ya con Daniel Ortega, en contubernio de traidores, se puso a tratar de mover ríos y fronteras entre Costa Rica y Nicaragua. ¿Recuerdan? ¡Canallesco!

De nuevo lo vemos, pastores hay de toda ralea, buenos como el pan: el papa actual, líder con el ejemplo, y al otro lado, al lado de otros, en realidad bribones, villanos, de los que en varias partes del mundo empiezan a derribar de sus pedestales.

valembois@ice.co.cr

El autor es educador.