En los últimos días, hemos visto en las redes sociales el ataque contra los cafetaleros por la contratación de mano de obra nicaragüense y panameña; sin embargo, nadie se detiene a analizar el costo de producción. Recuerden: estamos cultivando café, no opio.
Uno de los factores principales que deben tomarse en cuenta es la naturaleza del trabajo. Es una labor forzada, bajo las inclemencias del tiempo, porque el #quedateencasa no es una opción en las fincas. En estas, el trabajo nunca se detiene.
Estoy seguro de que la gran mayoría de quienes critican no se atreverían a desempeñar estas faenas por los salarios que se ofrecen.
Es cierto, muchas veces la mano de obra es indocumentada y, por ende, no se pagan las cargas sociales.
Cuando uno pretende ponerse a derecho con el Ministerio de Trabajo o la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), surge el problema del costo de un seguro para un peón, pues no se sabe si estará mañana en la finca o si se le pagará la jornada semanal de seis horas diarias durante seis días (aproximadamente ¢48.000) o solo un día de ¢8.000 o ¢192.000 al mes, muy por debajo del salario mínimo.
A lo anterior, debe sumársele que si la finca es pequeña los peones no son necesarios toda la semana y, por eso, son “compartidos” entre los finqueros locales, principalmente entre pequeños pueblos como el mío. Entonces, ¿cuál de los productores debe asegurar al peón?
Estoy seguro de que la gran mayoría de quienes critican no se atreverían a desempeñar estas faenas por los salarios que se ofrecen.
En mi familia, tres generaciones ya de productores en San Francisco de León Cortés, somos conscientes de la situación y a los peones les brindamos condiciones dignas.
Ganancia por 70 fanegas anuales. Dejando de lado el romanticismo que pueda tener la situación del mantenimiento de la finca, esta es la realidad de una hectárea (10.000 metros cuadrados), la cual genera 70 fanegas en cada cosecha, las cuales se venden a una cooperativa o a una empresa privada.
La cooperativa pagará un precio inicial menor, pero, de marzo a setiembre, entregará un abono de ¢1.000 o ¢2.000 mensuales por cada fanega, según la cosecha, hasta llegar a cierta paridad con el precio de mercado.
Empresas como Volcafé y Hermanos Orlich, las dos más fuertes en la zona de los Santos, pagan mejor, pero solo en el momento cumbre de la cosecha (diciembre y enero).
Es un buen ingreso si se quiere liquidez una vez al año; no obstante, se pierde la ganancia de la etapa de granea (la inicial), la repela (la final) y otros beneficios otorgados por las cooperativas en todo el año.
Por lo anterior, la tabla muestra ganancias por ¢972.500 y ¢2.372.500, según el caso. Ahora bien, yo pregunto: si dividimos esos montos entre 12 meses, ¿cuántas familias podrían sobrevivir con ¢81.041 o ¢197.708?
En el recuadro, no incluyo ingresos adicionales ni compra de bienes de consumo de primer o segundo orden ni el pago de servicios básicos.
El recuadro muestra los gastos fijos que medio saqué, donde podrán constatar que tener una finca de café no es como lo pintan, menos en un país que se jacta de su buena educación a escala mundial. Por ende, como sus ciudadanos son superiores al resto de los centroamericanos, es inadmisible que realicen labores de campo (como si a nosotros nos midieran los ingresos en Land Cruiser per cápita).
Pequeños productores. El sector cafetalero no es el único, lo mismo experimentan otros productores del país, solo que a unos les hacen menos ruido que a otros debido al músculo financiero con que cuentan, por ejemplo, las piñeras o bananeras.
La crítica deja de lado que cerca del 85 % del café es cosechado por pequeños productores.
Cabe resaltar que cuando se trata del café de especialidad, que es posible venderlo hasta en $5.000 el quintal, el productor no recibe el dinero hasta el final de la cosecha y el proceso individual.
Ese café, por ser más prolijo es más oneroso, por lo cual vale la pena esperar seis u ocho meses para obtener el pago.
Si usted revisa las tablas de costos de producción para la zona de los Santos, el Icafé le dirá que van de ¢55.000 a ¢68.000 anuales por fanega, incluida la recolección. A precio de venta de ¢85.000 en promedio, ¿sería una buena ganancia? Juzgue usted.
Soy hijo de un productor de la zona y también deseo abrirme paso en el mercado del café de especialidad, pero tuve que dejar el lugar para cursar una carrera (en universidad privada porque debo trabajar y estudiar) y, al mismo tiempo, ayudar a mi familia. Mis padres no habrían podido costear mi licenciatura en Banca y Finanzas.
El autor es cafetalero.