Columnistas

Página quince: Llovía como si fuera un llanto

Un microbio, sin ninguna pretensión más que mantenerse con vida y reproducirse, nos ha desvalijado los intereses mezquinos que parecían regir el universo diseñado a nuestra torcida imagen.

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El aguacero en la plaza de San Pedro, el atardecer y la soledad del lugar evocaban el ánimo de muchos. Todo nos hablaba de nuestros sentimientos, miedos y angustias. Ver a aquel hombre mayor, vestido de blanco, cojeando mientras subía al lugar preparado en la plaza para dirigir una palabra al mundo, no dejó de ser conmovedor. Antes de su mensaje, la lectura del Evangelio, que también nos hablaba de miedo y desesperación.








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