Página quince: La iniciativa de Macron para Rusia desde adentro

‘Si no tienes una silla en la gran mesa del poder’, me dice un funcionario francés, ‘es porque estás en el menú’.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

BERLÍN– El presidente francés, Emmanuel Macron, es uno de esos líderes que quieren doblar el arco de la historia. Tras haber cambiado drásticamente la política francesa, les ha asegurado puestos a sus candidatos preferidos a la cabeza de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, y ahora intenta mejorar la relación de Europa con Rusia.

Las autoridades francesas comparan la estrategia de Macron para Rusia con la apertura del presidente Richard Nixon, en 1972, hacia China. Pero la actitud favorable de Macron se parece más a la de Nixon a la inversa. En lugar de seducir a China para contener a los soviéticos, el presidente francés quiere “facilitar y esclarecer las relaciones de Europa con Rusia” para impedir que esta coquetee con China. Al hacerlo, espera garantizar que Europa ejerza el control de su propio futuro.

Macron lanzó su apuesta por una nueva arquitectura de seguridad de una manera típicamente grandiosa, reflejando el proyecto del planificador urbano George-Eugène Haussmann para rediseñar París en el siglo XIX. Su primera medida fue tener conversaciones con Putin en el Fuerte de Brégançon de Francia antes de la cumbre del G7 en agosto en Biarritz. Pero, desde entonces, los ministros franceses encargados de ejecutar el plan lo han puesto patas para arriba.

Ahora, en lugar de empezar con una agenda de arriba hacia abajo, intentan construir la seguridad europea de abajo hacia arriba, y persiguen, al mismo tiempo, mejores relaciones con Rusia ladrillo por ladrillo. La hoja de ruta francesa se centra en cinco áreas clave: desarme, diálogo sobre seguridad, gestión de crisis, valores y proyectos comunes.

A finales de agosto, Macron dio un discurso en el que delineó su visión de un sistema de “círculos concéntricos” que incluía varios grados de integración europea y eurasiática.

Un acuerdo de esa naturaleza tendría que asegurar las fronteras de la OTAN y de los Estados miembro de la Unión Europea (UE), permitir una relación más productiva con la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia y ofrecer maneras de gestionar los conflictos regionales, sobre todo, el de Ucrania.

El momento para presentar la iniciativa tiene sentido. Al igual que el propio Macron, el presidente recientemente elegido de Ucrania, Volodímir Zelenski, creó un partido político de la nada y llegó al poder con la promesa de terminar con un antiguo régimen desacreditado. Más concretamente, Zelenski hizo de la resolución de la situación de seguridad de Ucrania una alta prioridad.

Macron cree que la gravitación de Rusia hacia China es, en parte, el resultado de la mala gestión occidental. No es ingenuo con respecto a la agresión territorial y de la interferencia electoral del Kremlin. Pero todo país en condiciones de plantear ese tipo de amenazas a Europa, cree, debe involucrarse cara a cara.

Como me explicó un funcionario francés: “Lo que es válido para Irán y Corea del Norte también es válido para Rusia. No vamos a influir en el país y guiarlo hacia un comportamiento más responsable si simplemente nos escondemos detrás de un muro de sanciones”.

Quien les da un carácter más urgente a los esfuerzos de Macron es Donald Trump, quien ha confirmado las sospechas gaullistas de Francia de lo poco confiable que se ha vuelto Estados Unidos como garante de la seguridad europea.

En tanto Estados Unidos escale su conflicto con China, inevitablemente le prestará menos atención a Europa y al vecindario que la rodea (la antigua Unión Soviética, Oriente Próximo y el norte de África). Peor aún, los franceses temen que Trump pretenda un gran pacto con Rusia y deje a la Unión Europea encajonada entre Estados Unidos y China.

La gran preocupación de Macron es la propia Europa. La UE nunca se convertirá en un actor global en el siglo XXI si sigue dividida y acorralada por otras potencias.

Según la visión del mandatario francés, reformular la relación de Europa con Rusia es el primer paso para garantizar la soberanía europea. “Si no tienes una silla en la gran mesa del poder”, me dice un funcionario francés, “es porque estás en el menú”.

Sin duda, los franceses entienden el respaldo de otros europeos a las sanciones impuestas a Rusia luego de que se anexara Crimea e incursionara en el este de Ucrania; sin embargo, le tienen miedo a la inconsistencia de la política de seguridad fronteriza de Europa.

En términos ideales, la UE debería perseguir una estrategia dual con Rusia, combinando sanciones y la política de disuasión con compromiso de la OTAN. El reclamo francés es que no hay canales importantes para este tipo de compromiso y que las sanciones no resuelven la amenaza general que plantea Rusia.

“¿Qué le sucedería a la Unidad europea”, se preguntan los funcionarios franceses, “si Moscú tomara alguna medida sobre Ucrania o Siria y algunos Estados miembro decidieran bloquear la renovación de las sanciones?”. Muy probablemente, significaría el fin de la política para Rusia de la UE.

Aun así, la iniciativa de Macron plantea muchas interrogantes. Que Putin tenga algún interés en resolver el conflicto de Ucrania todavía está por verse. Y, aun si Europa fuera capaz de alejar a Rusia de China, está poco claro si la administración Trump brindaría su apoyo y permitiría que se desarrollara la iniciativa europea.

Pero las mayores interrogantes están en el frente europeo. Muchos países de Europa central y del este temen convertirse en ciudadanos de segunda dentro del marco de “círculos concéntricos” de Macron. Otros temen que Macron traicione a Ucrania obligándola a dirimir el conflicto según los términos planteados por Rusia. Y no ayuda que Macron haya lanzado su iniciativa sin antes consultar con otros europeos, muchos de los cuales ya están ansiosos por el compromiso menguante de Estados Unidos con la seguridad de la UE.

Las autoridades francesas señalaron que Nixon no les consultó a los aliados de Estados Unidos antes de embarcarse en su misión con China. Pero la credibilidad de Nixon como halcón de seguridad no estaba en duda, mientras que Francia es vista con sospechas por algunos en Europa central y del este porque temen que sus intereses también puedan verse sacrificados en un intento neogaullista de reclamar un lugar en la escena mundial.

Si Macron quiere tener éxito, debe demostrar su compromiso con la soberanía y la seguridad no solo de Europa central y del este, sino también de países exsoviéticos, como Ucrania, Georgia y Moldavia. También debe llevar adelante una colaboración más estrecha con los Estados nórdicos y bálticos, así como con las instituciones relevantes de la UE y el nuevo alto representante para Asuntos Externos y Política de Seguridad, Josep Borrell.

Por sobre todas las cosas, la iniciativa de Macron debe crear una plataforma creíble para una estrategia común en materia de seguridad. Si se considera que está favoreciendo a unos países más que a otros, la estrategia y su autor terminarán en el menú, y no en los libros de historia.

Mark Leonard: director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

© Project Syndicate 1995–2019