DAVOS– El mundo está en un punto crucial en el que el poder se desplaza y se dispersa de maneras que señalan el surgimiento de una nueva era multipolar.
En el entorno global turbulento que resulta de ello, las oportunidades de competir o cooperar aumentan en varios terrenos. En áreas como la economía, la tecnología y el medioambiente, la pregunta es si las partes buscarán progresar hacia objetivos comunes o hacia ventajas estratégicas sobre los competidores.
Durante gran parte de la era pos Guerra Fría, cuestiones como el comercio, la investigación científica y el cambio climático estaban esencialmente aisladas de consideraciones de competencia global. Por ejemplo, las economías de Estados Unidos y de China prosperaron juntas durante 20 años, fomentando las oportunidades de mercado y de inversión para otros a través de un sistema global abierto de finanzas y comercio.
De la misma manera, el bum de la Internet de la primera parte de este siglo fue posible gracias a una plataforma común y de fácil acceso que se mantuvo esencialmente al margen de las rivalidades nacionales.
Como resultado de ello, la cantidad de personas en el mundo que utilizan Internet aumentó exponencialmente, de poco más de 400 millones en el 2000 a, aproximadamente, 2.000 millones en el 2010.
Capa de ozono. Aun durante la Guerra Fría, los gobiernos y otros actores lograron dejar de lado la competencia estratégica para abordar cuestiones globales como el medioambiente. En especial, la ampliación del agujero en la capa de ozono instó a una acción climática colectiva.
Empezando por el Protocolo de Montreal de 1987, y en el transcurso de las décadas subsiguientes, los Estados redujeron el uso que hacían de clorofluorocarburos al punto que hoy existe la expectativa de que la atmósfera pueda recuperarse.
Hoy, sin embargo, cuestiones que alguna vez estuvieron signadas por la cooperación ahora corren el riesgo de convertirse en las primeras líneas de conflicto.
Se prevé que el crecimiento económico global se debilitará a corto plazo, situación agravada por el hecho de que se está utilizando el comercio como un instrumento para buscar una ventaja geopolítica en lugar de una prosperidad conjunta.
Es más, a diferencia de la reducción de la capa de ozono, el derretimiento de la capa de hielo ártica no ha servido como un llamado a emprender una acción climática más ambiciosa. Por el contrario, los Estados ven una oportunidad para competir por los recursos naturales y las rutas comerciales que se abren en el lejano norte.
En cuanto a la tecnología, el beneficio de una plataforma de comunicaciones global común está hoy en riesgo, debido a la posibilidad de que haya sistemas de comunicaciones estadounidenses y chinos “desacoplados” que operen en redes 5G separadas.
Necesidad del multilateralismo. Pero estos acontecimientos no necesariamente implican que debamos resignarnos a un período de competencia geopolítica y no de cooperación.
La naturaleza en expansión de la geopolítica —con una dinámica de poder que funciona en nuevos dominios— también significa que los nuevos actores están ejerciendo influencia. En consecuencia, un conjunto diverso de partidos puede trazar el curso de las relaciones internacionales.
Para empezar, las potencias en ascenso y de tamaño mediano están respondiendo a la posibilidad de un orden global fracturado, reafirmando la necesidad de un multilateralismo.
Francia y Alemania están trabajando con otros países afines para formar una Alianza para el Multilateralismo, que apunta a fomentar la cooperación internacional en áreas como la digitalización y el cambio climático.
En África, los Estados están fortaleciendo los vínculos económicos a través del Acuerdo de Libre Comercio del Continente Africano, que reunirá a 54 Estados miembro de la Unión Africana y representará más de $2 billones de producto interno bruto (PIB).
En el sudeste asiático, por su parte, los Estados miembro de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés) están tomando medidas para fortalecer las alianzas y la integración regional, y tienen intenciones de firmar la Alianza Económica Integral Regional más avanzado este año.
Dicho acuerdo comercial —que también incluirá a China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda— cubrirá alrededor del 45 % de la población mundial y creará el bloque comercial más grande del mundo.
Esfuerzo conjunto. Los actores no Estados también están en una posición para ejercer una influencia cada vez mayor. Hoy, las empresas globales representan una parte significativa de la producción económica del mundo, y los líderes del sector privado se están comprometiendo a mirar más allá de la ganancia a corto plazo.
El año pasado, por ejemplo, 87 compañías grandes anunciaron que se esforzarían por ayudar a limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Y muchos CEO hablan de los potenciales peligros de una “guerra fría” tecnológica entre Estados Unidos y China, o del desacoplamiento de las economías de ambos países.
Si bien la naturaleza cambiante del poder global puede tentar a algunos actores a buscar una ventaja a través de la confrontación, el campo cada vez más amplio de partes interesadas ofrece la posibilidad de una corrección del curso.
En un momento cuando la geopolítica de la nueva era está en estado de cambio, todavía existe una oportunidad para encauzar al mundo hacia la cooperación y alejarlo de una competencia potencialmente perjudicial.
Børge Brende: presidente del Foro Económico Mundial, es uno de los autores del nuevo informe “Shaping a Multiconceptual World” (Dando forma a un mundo multiconceptual).
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