Página quince: El abuelo negro

Los grandes poetas utilizaron su arte para visibilizar el racismo, entre ellos, Agapito José Carrizo en 'Dilema'.

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Miguel Rojas Mix, destacado intelectual chileno afincado en Francia, en su texto titulado Los cien nombres de América y bajo el capítulo “Los cuatro abuelos”, plantea que el proceso de consolidación de la identidad hispanoamericana estuvo conformado por la impronta dejada en sus territorios por sus “cuatro abuelos”.

Fueron ellos por orden de llegada: el indígena, el español, el negro —que llegó un poco después— y el aluvión de inmigrantes que se afincaron a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Si bien su proceso de integración ha sido constante y diferente según sea la región, está claro que ese crisol de etnias es la raíz que dio lugar a la conformación de “nuestra América”, en las conocidas palabras de Martí.

Comparto esta nada exhaustiva reflexión, pues siempre es valioso recordar momentos históricos muchas veces olvidados.

Según Rubén Barreiro Saguier, en su ensayo “Encuentro de culturas” (Hispanoamérica en su literatura), fue durante los siglos XVI y XVII que millones de hombres negros fueron cazados en África y traídos a América. Se calcula que solo una tercera parte llegó a su destino.

En adelante, la historia es harto conocida: más allá de los vejámenes y atrocidades que sufrieron durante años, los descendientes del “abuelo negro”, con su presencia y sus manifestaciones culturales, lentamente, pero con constancia, marcaron la cultura hegemónica.

Es temprano el siglo XX cuando se inicia un proceso de revalorización de las culturas “primitivas” y es cuando Europa descubre el arte y otras manifestaciones de la cultura africana. Todo ello refleja una toma de conciencia de “la negritud”.

Un brevísimo recorrido por la forma como la cultura africana (la del abuelo negro) contribuyó al proceso mencionado son, por ejemplo, cantos, danzas, ritmos, historias, leyendas, mitos, cánticos religiosos, la escultura totémica, entre otros.

También es reconocida su influencia en Picasso y en los movimientos cubistas y expresionistas.

Proceso identitario. Recurro a la poesía, “el género de la sinceridad última e irreversible”, según Benedetti, para recordar, a partir de este conjunto de versos, la forma como se ha recreado la negritud en el proceso de la identidad cultural.

Nicolás Guillén, descendiente de un “abuelo negro”, es uno de los poetas más representativos de la poesía africana. Su estilo está lleno de la musicalidad acústica de los ritmos africanos, donde destacan figuras retóricas, como onomatopeyas y jitanjáforas, y voces afronegroides, todo con la finalidad de emular literariamente el viejo ritmo cubano conocido como el son. Veamos algunos ejemplos.

De este poeta, del poema titulado “Mis dos abuelos” (el negro y el blanco) este fragmento: “Sombras que yo solo veo / Me escoltan mis dos abuelos. / Lanza con punta de hueso, / Tambor de cuero y madera: / mi abuelo negro. / Gorguera en el cuello ancho, / gris armadura guerrera: / mi abuelo blanco. / Pie desnudo, torso pétreo / Los de mi negro; / pupilas de vidrio antártico / las de mi blanco”.

El gran Darío no escapa al tema: “¿Conocéis a la negra Dominga? / Es retoño de cafre y mandinga, / es flor de ébano henchida de sol. / Ama el ocre y el rojo y el verde, / y en su boca, / que besa y que muerde, / tiene el ansia del beso español”.

En “Dilema” el poeta Agapito José Carrizo confronta con ironía la visión patriarcal de la sociedad blanca que recrea la participación del negro en una sociedad que lo criminaliza.

El poema se abre así: “No sé si se nace santo, / pero sí se nace negro. / ¿Podrá un negro hacerse santo / o un santo volverse negro? / No sé si se nace malo, / pero sí se nace negro. / ¿Podrá un negro hacerse malo, / o un malo volverse negro?”.

Del poeta Luis Cané este popular poema, por muchos conocido, del que rescato otro fragmento: “Toda vestida de blanco / almidonada y compuesta. / En la puerta de su casa / estaba la niña negra. (…). Las otras niñas del barrio / jugaban en la vereda; / las otras niñas del barrio / nunca jugaban con ella”.

De nuevo Guillén en el poema “Motivos del son” le canta a la negritud: “Una negra va en la popa, / va en la proa un español: / anda y anda el barco barco, / con ellos dos. / (…) Allá va la negra negra, / junto junto al español; / anda y anda el barco barco / con ellos dos…”.

El poeta Aurelio Arturo ensalza los valores de su nodriza negra: “Mi nodriza era negra y como estrellas de plata / le brillaban los ojos húmedos en la sombra: / su saliva melodiosa y sus manos palomas mágicas”.

Una canción popular canta así: “De que color es la piel de Dios, / dije negra, amarilla, roja y blanca es, / todos son iguales a los ojos de Dios. / Dios nos ha dado otra oportunidad, / de crear un mundo de fraternidad, / las diferentes razas han de trabajar, / unidas con fuerza de mar a mar”.

Y, para cerrar, de “Mis dos abuelos” dice Guillén: “Los dos se abrazan, / los dos suspiran. / Los dos las fuertes cabezas alzan: / los dos del mismo tamaño, / ansia negra y ansia blanca, / los dos del mismo tamaño”.

La poesía ha hablado. En los últimos versos, Guillén sueña con la opción de una actitud conciliadora entre los diversos grupos sociales que conforman nuestra realidad histórica. La tarea no es fácil.

amalia.chaverri@gmail.com

La autora es filóloga.