Ha habido tal profusión de noticias internacionales en lo que va del mes, que los medios informativos pasaron por alto un gran acontecimiento que se inicia hoy, 28 de diciembre, en Copenhague: la Primera Consulta Intergubernamental sobre Hibernación Inducida (I-CIHI), en la cual participarán 198 países, entre ellos los cinco de América Central.
La meta coordinada de las representaciones centroamericanas consiste en lograr el privilegio de que sus países sean los primeros en aplicar la ursinus sequentiae a toda la población, de modo que sus benéficos efectos se puedan sentir ya en el año del bicentenario de la independencia.
Esperan que, para el 15 de setiembre del 2021, uno de cada cuatro centroamericanos se encuentre en estado de hibernación inducida, con lo cual la celebración del bicentenario resultará menos contaminante que cuanto sería si esos países no adoptaran una medida tan recomendable.
Reducción necesaria. Como es bien sabido, voceros de varios organismos internacionales han advertido que un requisito indispensable para frenar el calentamiento global y el agotamiento de los recursos esenciales para la supervivencia de la especie humana es una reducción drástica de la población de nuestro planeta.
Esta advertencia se torna ominosa en momentos en que la tierra se aproxima a la cota de los ocho mil millones de habitantes, pues algunos expertos opinan que no pasará mucho tiempo antes de que comiencen a ganar elecciones o a tomar el poder por la fuerza, o el engaño, líderes y organizaciones dispuestos a emplear medios descabellados o criminales para retornar a niveles “óptimos” de población.
En este contexto, es de suma importancia el descubrimiento realizado por un grupo de investigadores dirigido por el genetista armenio Noserel Kevushkarian, del National Institute for Human Survival, adscrito a la Nutshell University de Nashville, Tennessee.
Después de identificar y aislar la secuencia genética denominada ursinus sequentiae, reguladora de la hibernación en las especies eurasiáticas de osos, el grupo la insertó con éxito en los tejidos cerebrales de ratas, monos, cerdos y otros mamíferos, y en todos los casos el procedimiento dio como resultado sorprendentes modificaciones en el comportamiento de los animales tratados: así, por ejemplo, todos ellos contrajeron una irreprimible tendencia a hibernar durante, por lo menos, la cuarta parte de sus vidas.
Esa tendencia se transmite hereditariamente y no es críticamente dependiente del ciclo de las estaciones, sino que le sobreviene a cada individuo, en forma aleatoria, en el transcurso de cualquier mes del año.
Luz verde. Los científicos solo esperan el visto bueno de las autoridades sanitarias mundiales para aplicar su hallazgo a los seres humanos. El doctor Kevushkarian y sus colaboradores están seguros de que se repetirá en el Homo sapiens el patrón observado en las otras especies de mamíferos, y, por ello, sostienen que su descubrimiento le ofrece al mundo un valioso respiro que consiste en el equivalente a una reducción importante de la población hasta situarla, casi de inmediato, por debajo del nivel de los seis mil millones de habitantes. Todo sin necesidad de llevar a cabo un genocidio.
La propuesta de Kevushkarian prevé, entonces, la inserción obligatoria de la ursinus sequentiae en la totalidad de los habitantes de cada país, de modo que en cada momento alrededor del 25 % de su población se encuentre en estado de hibernación y, por lo tanto, desvinculado de los procesos de consumo de los recursos alimenticios y energéticos de nuestro ya agotado planeta.
En el cónclave de Copenhague participan, como observadores, representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Federal Bureau Investigation (FBI), la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el FMCI (Foro Mundial los Caídos de Inocentes).
Pierre Ducharbon es un personaje ficticio creado por nuestro colaborador Fernando Durán Ayanegui.