Hace unas semanas La Nación me publicó un artículo que titulé «Nadie querría gobernar una tragedia griega», en el que hacía un llamado a la clase política para que adoptara una conducta responsable de cara a los grandes y graves retos que enfrentamos como país, particularmente vinculados a la crítica situación de las finanzas públicas y su peso sobre la economía nacional y la calidad de vida del pueblo costarricense.
Hoy hago un llamado similar a los sectores patronales y laborales que solicitaron al gobierno suspender durante un mes el avance de todos los proyectos presentados ante la Asamblea Legislativa, requeridos para la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esta petición, por razones de tiempo, haría prácticamente imposible suscribir un acuerdo con el FMI dentro de los plazos convenidos y pondría al país en una situación de altísima vulnerabilidad en lo que respecta a la estabilidad financiera y credibilidad internacional.
La razón de la petición aducida es que los proyectos presentados «carecen de la visión estratégica e integral imprescindible para impulsar el desarrollo económico y social como lo establece la Constitución Política».
No puede condicionarse el avance del acuerdo con el Fondo a la solución, en el lapso de 30 días, de problemas estructurales que no hemos sido capaces de resolver durante décadas.
Un camino promisorio. En estas mismas fechas, el presidente del Banco Central, doctor Rodrigo Cubero, nos señaló un camino de esperanza: poder evitar caer en el precipicio y recuperar la senda del crecimiento si hacemos las cosas bien y las hacemos ya.
Como parte del programa económico del Banco Central, todo depende del éxito que tengamos en las negociaciones con el Fondo y las decisiones internas, mayoritariamente legislativas, que deben tomarse en la inmediatez para evitar la tragedia griega.
Como bien acaban de anunciar el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ambas instituciones consideran que este convenio envía una señal positiva a los mercados financieros internacionales.
La gerente regional del BID menciona, en relación con Costa Rica, que «el acuerdo con el FMI es necesario para avanzar hacia una estabilidad fiscal y financiera, pero, sobre todo, para promover el crecimiento sostenible y proteger a las poblaciones más vulnerables afectadas por la pandemia».
En este contexto, es perfectamente esperable y responsable que empresarios y trabajadores hagan sus observaciones, demanden ajustes en los proyectos en curso y aporten constructivamente a la solución de los problemas nacionales.
El sector empresarial, para invertir, crecer y producir, requiere paz, estabilidad, certeza y un sólido Estado de derecho; jamás crispación y amenazas. Jamás solicitar congelar la tramitación de esas propuestas en el foro legislativo, foro único y apropiado en democracia para aprobar la legislación objeto de debate o no.
- Todo se puede negociar a la luz del sol y en un clima de respeto y responsabilidad.
La suspensión solicitada es sumamente peligrosa y puede conducirnos a una inevitable devaluación de nuestra moneda, al encarecimiento de nuestra deuda pública y privada, a la reducción de la inversión productiva, a la destrucción de la demanda interna y, por esa vía, a lo más triste e indeseable: más desempleo y más pobreza.
En el foro de la democracia. Ya el Poder Ejecutivo señaló que continuará adelante el proceso con el FMI. Ni uno solo de los proyectos de ley en curso legislativo, que formarán parte del acuerdo con el Fondo es inmutable, todos están sometidos al poder de enmienda del Poder Legislativo.
Si, por ejemplo, el impuesto a las casas de lujo debe ser sobre la construcción y no sobre el terreno, que se haga. Si la renta global induce a confusión con la renta mundial, que se aclare. Si hay dudas sobre si se van a gravar los dividendos sobre las zonas francas, que se clarifique.
Por este camino ya se han logrado cambios considerables en la Asamblea Legislativa en materia de salario único, en relación con las convenciones colectivas y el incremento de los salarios más bajos para llevarlos al salario global.
Si las modificaciones en algunos temas del conjunto de proyectos comprometidos con el Fondo no dan el resultado fiscal suficiente, corresponderá al Poder Ejecutivo presentar propuestas complementarias que cumplan con las cifras comprometidas.
Todo se puede negociar a la luz del sol y en un clima de respeto y responsabilidad. Lo que no se puede ni se debe tratar es de abortar un proceso que avanza bien con el Fondo y, por su medio, mejora la situación de Costa Rica ante el resto del mundo financiero.
Costa Rica demanda de todos nosotros, en este momento y siempre, una conducta ejemplar que no priorice los intereses gremiales por encima de los nacionales. Hoy, como siempre, Costa Rica está primero. Tenemos mucho que hacer y poco tiempo para hacerlo.
El autor es exministro de la Presidencia.