Columnistas

Página quince: Borrachera semántica

La embriaguez de la palabra suma confusión a los debates, dificulta el diálogo y puede emplearse para distraer la atención y ocultar oscuras intenciones.

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En su ensayo La política y la lengua inglesa (1945), George Orwell nos advirtió de que el lenguaje no solo puede expresar la imbecilidad del hablante, sino, también agravarla: “Un hombre puede darse a la bebida porque se considera un fracasado, y fracasar entonces aún más porque se ha dado a la bebida. Algo parecido está ocurriendo con la lengua inglesa. Se vuelve fea e inexacta porque nuestros pensamientos rayan en la estupidez, pero el desaliño de nuestro lenguaje nos facilita caer en esos pensamientos estúpidos”.








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