Pretender enlodar la labor de este periódico con el narcotráfico, como lo hace el ministro Castro, solo tiene un calificativo: maledicencia.
Es maledicente el Ministro cuando descarga semejante exabrupto contra un medio caracterizado históricamente por su férrea lucha contra ese flagelo social.
Es maledicente cuando, sin fundamento, intenta demeritar una insigne labor periodística en dicho campo, reconocida local e internacionalmente.
Maledicente lo es al ignorar la nada cómoda pendiente judicial recorrida por este periódico en los últimos años al denunciar y enfrentar con todos sus recursos la lacra del narcotráfico.
No pocos han sido los casos en que destacadas figuras del partido que amamanta al gabinete, del que Castro es parte, dentellearon a este periódico porque reveló sus nexos con esa plaga.
Profundos y continuos trabajos sobre varias de esas "personalidades" han sido la constante informativa de este medio en las últimas décadas. El país es testigo excepcional y lo valora.
Maledicente es entonces el Ministro al arremeter -por un error- contra una trayectoria periodística de beligerancia inclaudicable contra el narcotráfico.
Admitimos, junto con nuestro director, un yerro. Una labor profesional honesta así nos lo demanda.
Lo que no aceptamos es que un ministro deslegitimado por la Asamblea Legislativa y por la opinión pública trate soezmente una misión profesional intachable.
Es hora de que cese tanta temeridad.