EscucharHay conductas políticas que pasan caras facturas a un gobierno, sobre todo, cuando sus “ahijados” se meten a hacer campaña para elecciones de medio período —como las municipales— con partidos que difícilmente logran convencer de que no están apadrinados.
Eso ocurre con Aquí Costa Rica Manda y Pueblo Soberano. Los presiden un hombre y una mujer muy cercanos al mandatario, Rodrigo Chaves, quienes han colaborado con él dentro de la Casa Presidencial. Uno como asesor de imagen y ella como funcionaria de la estratégica Unidad de Enlace Territorial.
El que ambos mandos partidarios estén en el corazón de la sede presidencial, más el hecho de que sus seguidores se declaran abiertamente chavistas, se presta para que la oposición dude de cuán distante está el gobierno de la carrera electoral que comienza el 4 de octubre.
Las consecuencias de esas difusas relaciones partidos-poder pueden ser graves. Chaves lo sabe. Lo expuso en Limón, el jueves, cuando urgió a diputados de oposición la aprobación de $700 millones de un crédito destinado a infraestructura vial y educativa. Aseguró que el trámite lo retrasan con fines políticos, calculando que la aprobación pueda beneficiar a las fuerzas de gobierno en los comicios de febrero.
“¿Yo estoy de candidato aquí en Limón en alguna parte?”, preguntó el presidente. Por supuesto, la pregunta carece de sentido. Él ya es mandatario, pero los dos partidos tienen candidatos a alcaldes y regidores, y ese detallazo intranquiliza a los contendientes, tensa a partidos y diputados de oposición y enturbia un proceso en el cual nadie debería dudar de la neutralidad del Ejecutivo.
“La mujer del césar no solo debe serlo, sino parecerlo”, dice el refrán. Igualmente el gobierno. Debe ser y parecer ajeno a la campaña para evitar cuestionamientos y, principalmente, porque continuar por el camino de las sombras agravará más su desenfoque gubernativo y su débil poder de negociación.
Por respeto a la ley electoral y por las consecuencias de esas opacas relaciones en la consecución de leyes vitales para el desarrollo social y económico, para la calidad de vida, el gobierno debe delimitar fronteras bien claras con partidos en campaña.
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El autor es jefe de Redacción de La Nación.
