Estamos en el mes del cáncer de mama. Eso me hace recordar que ha pasado más de un año desde que fui diagnosticada con cáncer de seno. Debí pasar por tres cirugías, quimioterapia y seguiré en tratamiento por cinco años, pero, más importante aún, he obtenido valiosas lecciones que quisiera compartir.
Desde el primer día me ha acompañado un profundo sentimiento de gratitud: porque el diagnóstico me sucedió a mí y no a mis hijas, mi madre fallecida no tuvo que vivir los angustiantes meses que pasamos y gratitud por el apoyo de mi familia, amigos, e incluso de personas desconocidas que oraron por mi recuperación. A todos ellos, mi eterna gratitud.
Recuerdo que en ese momento me hice tres promesas: ninguna enfermedad me definiría; haría lo imposible para que lo que viniera no me impidiera hacer y disfrutar lo que amo, como sería el matrimonio de mi hija Andrea; continuar actividades que me apasionan, como el análisis de las elecciones de Estados Unidos, el empoderamiento de mujeres y, por último, mostrar con el ejemplo que las vicisitudes de la vida pueden enfrentarse con fortaleza pese a la adversidad.
Tomé en la medida de mis posibilidades control de la situación, lo que alivió mi carga: busqué, además, el apoyo médico y el emocional, pues la actitud positiva hace una gran diferencia. Dejé atrás la excusa de falta de tiempo y tomé el necesario para aprender y ejercitar la meditación, intensifiqué también las horas de ejercicio diario y no esperé a la inevitable caída del cabello, decisiones que hoy veo fueron acertadas y que recomiendo, porque me ayudaron a obtener una poderosa sensación de control.
Aprendí que un milímetro puede resultar una gran diferencia. Mi cáncer estaba en estadio 1, a un milímetro del estadio 2, lo que, según los protocolos, habría significado duplicar las sesiones de quimioterapia y acortar las semanas entre ellas, así como elevar las posibilidades de sufrir leucemia o daños cardíacos en el futuro (porcentaje limitado, pero, como comprenderán, preocupante).
En el mes mundial de la prevención del cáncer de seno, comparto mi vivencia como una invitación a que mis lectores recuerden la importancia de la prevención (hábitos saludables y actividad física, entre otros) así como la importancia de realizarse exámenes regulares y correspondientes a la edad.