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El informe de la OCDE confirma los diagnósticos y las advertencias de quienes, durante años, han estudiado la realidad de Costa Rica. (Shutterstock)
El informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) confirma los diagnósticos y las advertencias de quienes, durante años, hemos estudiado la realidad nacional y que nuestro problema no radica en la urgencia de entender las causas de nuestros males, pues abundan los estudios.
Debe preocupar que en momentos de bajo crecimiento, la OCDE nos lance un balde de agua fría al augurarnos un decrecimiento mayor de la economía. Coincide con la seria preocupación que señalé en mi anterior artículo titulado “Consecuencias sociales de no tener hijos”, ya que el envejecimiento de la población, causado por la drástica caída de la tasa de natalidad, que no es otra cosa sino que la juventud se resiste a procrear, a mediano plazo influirá en una economía menos dinámica y en una seguridad social con menos ingresos y costos de operación mucho mayores.
En un panorama donde el 30 % de los adultos mayores carecen de pensión, el decrecimiento en la tasa demográfica pone en mayor riesgo la sostenibilidad, tanto de los sistemas de salud pública como de pensiones.
Actividades agrícolas
Si bien es cierto que la OCDE atribuye los problemas de crecimiento e inflación a factores externos, como las restricciones de suministro global y la guerra en Ucrania, reconoce también que existe un potencial sin explotar en nuestro sector agrícola, debido a la falta de políticas para ello.
En otras palabras, la OCDE reconoce que Costa Rica abandonó al sector agrícola, o como creo afirmarlo mejor, desmantela a paso acelerado su potencial y cultura agrícola y agroindustrial.
Lamentablemente, en el informe se echa de menos una recomendación de fondo para solventarlo, pues la única sugerencia, expuesta en la línea 18 del cuadro 1.10, es reducir la burocracia que atiende el ramo. Algo con lo que, estemos de acuerdo o no, evidentemente no es un cambio que solvente el problema.
Yo agrego que, en ese aspecto, el informe se aventura a recomendar la plena integración al comercio internacional, propuesta que en términos generales podría considerarse positiva, pero en materia agrícola resulta arriesgada si tomamos en cuenta que liberalizar el comercio con países que subvencionan a sus productores y que son potencias agrícolas, sin que nuestros agricultores reciban asistencia técnica o crediticia, los pone a competir en condiciones de desventaja.
Se consolidaría el desmantelamiento de la cultura agroindustrial, un hecho grave porque de esta actividad depende casi el 35 % de la población trabajadora, y en la Costa Rica profunda o rural la dependencia es mayor.
En materia de decrecimiento productivo, la OCDE reafirma el problema de la sobrerregulación de la actividad productiva. Parafraseando a los expertos de la organización, las regulaciones no toman en cuenta su impacto sobre la competencia, por lo que la informalidad del 45 % de la población económicamente activa continúa siendo excesiva y es una de las principales causas tanto de la desigualdad como de la baja productividad.
Nos urge a bajar el entramado regulatorio que nos agobia y valorar el ajuste en los costos de la seguridad social para ampliar la cobertura del aporte que no hacen los trabajadores informales.
Otros comentarios
La OCDE nos advierte que, en materia de asistencia social, existe una excesiva fragmentación de los programas. Además, yo considero que, con una centralización excesiva que origina que las entidades no dirijan bien la ayuda, pues tal verticalidad dificulta el conocimiento horizontal del conjunto de familias que realmente amerita atender.
En materia de energías y transporte, la OCDE aconseja algo que resulta un lugar común, como lo es acelerar el paso al vehículo eléctrico. En esta misma sección, he insistido en que uno de los grandes avances de la transición eléctrica de la flota vehicular sería la sustitución de la importación de petróleo, lo que brindaría cuatro beneficios: acabar con el chantaje de la dependencia petrolera, lo que se traduciría en mayor circulante financiero que se mantendría en nuestra economía; elevaríamos los rendimientos financieros de las empresas nacionales productoras de electricidad, la principal de ellas, el ICE, actualmente en apuros; y una flota eléctrica produce menos huella de carbono.
Sin embargo, lo anterior tiene relación con otra alerta que nos da la Organización referida a nuestra cobertura boscosa, pues si bien reconoce los esfuerzos por ampliarla, nos recuerda que el financiamiento del programa de bonos forestales proviene de los impuestos sobre los combustibles.
De continuar la transición hacia la matriz eléctrica, el programa de pago ambiental está seriamente amenazado en tanto no tenga otra fuente de financiamiento. La propuesta de la OCDE es buscarla, pero no indica cómo.
Una sugerencia lógica es que los países ricos miembros de la Organización incrementen los pagos hacia los pocos países tropicales que tenemos abundante bosque.
El autor es abogado constitucionalista.