Columnistas

Los cisnes negros del Banco Mundial

Bien harían nuestros gobernantes en conocer los riesgos predecibles e impredecibles.

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“¡Ay … cómo es cruel la incertidumbre!”, escribió Gonzalo Curiel, y cantó, entre otros, Alfredo Sánchez, venezolano cuyo nombre artístico —Alfredo Sadel— combinó el inicio de su apellido con el final de Gardel. Lo es ahora y lo ha sido siempre y, por ello, la humanidad se las ha agenciado para reducirla al máximo posible. Así, un agricultor prudente opta por cultivar varios productos en vez de uno solo o, si cultiva uno, lo hace en diferentes terrenos, distantes entre sí. Con similar prudencia actúan muchos inversionistas cuyos recursos temporalmente ociosos invierten en varias empresas y no en una sola. “No ponga todos los huevos en una misma canasta”, es una regla que muchos siguen.








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