“¡Ay … cómo es cruel la incertidumbre!”, escribió Gonzalo Curiel, y cantó, entre otros, Alfredo Sánchez, venezolano cuyo nombre artístico —Alfredo Sadel— combinó el inicio de su apellido con el final de Gardel. Lo es ahora y lo ha sido siempre y, por ello, la humanidad se las ha agenciado para reducirla al máximo posible. Así, un agricultor prudente opta por cultivar varios productos en vez de uno solo o, si cultiva uno, lo hace en diferentes terrenos, distantes entre sí. Con similar prudencia actúan muchos inversionistas cuyos recursos temporalmente ociosos invierten en varias empresas y no en una sola. “No ponga todos los huevos en una misma canasta”, es una regla que muchos siguen.
William Shakespeare, en la primera escena del acto primero de El mercader de Venecia, relata la gran preocupación que tenían Salerio y Solanio, amigos de Antonio, el mercader de Venecia, por la mucha riqueza que este mantenía navegando de un lado a otro en violentos mares. Pero Antonio no se preocupaba porque decía que gracias a Dios no iba en esa nave toda su fortuna, ni dependía su esperanza de un solo puerto, ni su hacienda de la fortuna de ese año.
La famosa Lloyds de Londres nació como un café en un activo puerto, el cual era visitado por acaudalados hombres de negocios que aceptaban pagar a los propietarios de barcos mercantes parte de las pérdidas en que incurrieran por robo, incendio, amotinamiento, hundimiento, etc., a cambio de que los hicieran partícipes de las ganancias de la actividad si todo salía bien.
Entre varios aseguradores (conocidos como “Names”) que operaban desde el cafetín de Edward Lloyds —el cual les daba apoyo logístico y suplía noticias sobre asuntos marítimos— lograban asumir los riesgos del transporte por mar. Todos ganaban y los armadores dormían tranquilos, como Antonio. El comercio internacional difícilmente habría avanzado, como lo hizo, en ausencia de un mecanismo de asunción de riesgos como el indicado.
Riesgos. Hace pocos días, el Banco Mundial publicó un interesante documento titulado Sobre incertidumbre y cisnes negros, donde analiza los muchos riesgos a que están expuestas las economías de los países, en particular las de América Latina, y presentó formas posibles, y deseables, de enfrentarlos. El Banco parte de una distinción fundamental, que consiste en clasificar los riesgos en “predecibles” e “impredecibles”, una categorización que Allan H. Willett, profesor de la Universidad Carnegie Mellon, en 1901, planteó en su libro La teoría económica del riesgo y el seguro.
Se está en una situación de riesgo predecible cuando no se conoce el resultado que, efectivamente, se dará en un futuro, pero sí la distribución de probabilidad de todos los posibles resultados. Ejemplos de riesgo predecible son los juegos de cartas y la lotería. También los reclamos que enfrenta una aseguradora en la rama de vida o daños.
Si se dispone de suficientes datos históricos de calidad, las probabilidades de unos y otros resultados pueden ser conocidos con mucha aproximación. Este tipo de pérdidas son asegurables. Las compañías de seguros asumen muchas de ellas y conforman carteras cuyos resultados son, para todo efecto práctico, totalmente previsibles, por lo cual pueden cobrar primas con las que difícilmente perderán.
Por el contrario, se está ante una situación de riesgo impredecible cuando no solo se desconocen los resultados posibles, sino que, además, no se tiene información de las probabilidades de ocurrencia. ¿Cuál es la magnitud de las pérdidas y las respectivas probabilidades de ocurrencia que podrían causar las caídas de meteoritos en Pozos de Santa Ana? Vaya usted a saber. Lo único que espero es que nunca se dé tal cosa. Las pérdidas atribuibles a riesgos impredecibles son difícilmente asegurables y quien optara por hacerlo más debería llamarse jugador que asegurador.
“Rara avis”. La referencia a cisnes negros en la publicación que nos ocupa proviene del poeta latino Juvenal, que la utilizó para designar a una rara avis, parecida a un cisne, pero de color negro en vez del blanco usual. En la publicación del Banco se utiliza para designar eventos poco frecuentes, pero de efectos devastadores cuando se materializan. Entre ellos cita la peste bubónica, que en la Edad Media acabó con alrededor de un tercio de la población de Europa, la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la primera crisis del petróleo y el ataque terrorista del 11 de setiembre del 2001. ¿Qué tal si agregamos la tormenta tropical Michael?
El Banco Mundial analiza una serie de riesgos (o shocks) a que están expuestas las economías de América Latina y muestra que su volatilidad es muy alta. Entre los principales, cita los siguientes: baja de los términos internacionales de intercambio, como cuando sube el precio de lo importado más rápidamente que el de lo exportado; baja en el crecimiento económico de países que constituyen los principales compradores de sus productos y de turismo receptivo; reversiones grandes y repentinas de los flujos de capital privados; elevación en las tasas de interés internacionales y desastres naturales como terremotos, inundaciones y tormentas.
Al no ser esos riesgos asegurables comercialmente, ni anticipables, la única manera de enfrentarlos es mediante la prevención. Así, el riesgo asociado con una baja en los términos internacionales de intercambio puede ser afrontado diversificando la oferta exportable, siguiendo el ejemplo de Antonio, el mercader de Venecia, cuya riqueza no estaba en una única embarcación, ni en un único puerto, ni siquiera dependía de lo que le ocurriera en un único año.
Las dificultades por reversiones grandes y repentinas de los flujos de capital (conocidas internacionalmente como sudden stops) se atienden con un tipo de cambio flexible, déficits de cuenta corriente de balanza de pagos bajos y manteniendo una reserva de divisas (RIN) relativamente alta. También, disponiendo de líneas de crédito contingentes y de rápido desembolso, con entes financieros multilaterales.
Vacuna. Los problemas atribuibles a bajas significativas en los precios internacionales de considerables productos de exportación, como el café para algunos países y el cobre para otros, se enfrentan creando un fondo de estabilización de ingresos, que se alimente con aportes de los beneficiarios en los años de vacas gordas y al cual se recurre en los de vacas flacas. La vacuna contra los males que aparejan las alzas de tasas de interés consiste en tener bajo endeudamiento.
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Los daños que producen las inundaciones a las edificaciones en el Pacífico central se reducen evitando construir al lado de los ríos y construyendo sobre pilotes, como, décadas ha, hizo Mamita Yunai en Parrita y alrededores.
Las pérdidas monetarias y en vidas humanas causadas por vientos huracanados, como las que la tormenta Michael causó recientemente en Mexico Beach, Florida, disminuyen evitando construir edificios de paja, como la casita del menor de los tres cerditos del cuento. Los códigos de construcción juegan un gran papel en esta materia.
El Banco Mundial cuenta con un equipo de especialistas en los asuntos objeto de este comentario y ofrece a los países miembros ayuda en la materia. Conviene que nuestro gobierno acuda a ella antes de que sea tarde.
El autor es economista.