Como un balde de agua fría. Así, cayó el anuncio del resultado del déficit fiscal en el 2019.
Cuando el plan de solución de las finanzas públicas parecía ir en la dirección correcta, el Ministerio de Hacienda anunció que el déficit terminó siendo mucho más alto de lo proyectado.
Una buena parte del resultado se debe a un mayor gasto en intereses. Eso es lógico, y ya lo sabíamos. Pero, más bien, ese gasto terminó siendo incluso un poco más bajo de lo proyectado en agosto pasado por el Banco Central.
Lo inesperado fue que el déficit primario (sin contar intereses) creciera tanto, sobre todo porque la recaudación de impuestos aumentó en ¢400.000 millones.
Hacienda dice que hubo un aumento significativo en inversión en infraestructura (carreteras). Eso está bien. Pero el monto del 2019 tampoco es exagerado, pues apenas iguala lo invertido en el 2017.
Sueldos y salarios, si bien crecieron menos que en años anteriores, lo hicieron en más del doble de la inflación. Transferencias, corrientes y de capital, incluyen montos elevados para capitalizar una institución financiera multilateral (CAF) y para rescatar instituciones quebradas (Bancrédito y Japdeva). Aun sin esas capitalizaciones, las demás transferencias crecen, y mucho. Es decir, no se aprecia ahorro en ningún rubro.
Presentar un déficit tan elevado envía una pésima señal. A quienes pagamos impuestos —luego de la reforma fiscal terminamos pagando aún más—, el gobierno nos dice que no puede controlar el gasto. Si en el 2019 saltaron esos conejos del sombrero, ¿quién nos asegura que no volverán a salir otros en el futuro cercano? ¿Otro rescate a Japdeva o nuevas capitalizaciones para el CNP, Fanal o Racsa?
A los inversionistas que financian al gobierno, este les manda el mensaje de que la solución fiscal no avanza como lo planeado. Las calificadoras de riesgo, a la espera de ver la puesta en marcha de la reforma fiscal para analizar si mejoraban la calificación de deuda al país, ahora podrían más bien bajarla. ¿Se atreverán los inversionistas a seguir prestándole dinero al gobierno? ¿A qué tasa?
El ministro de Hacienda anuncia que, para corregir el problema, atacará fuertemente la evasión. Eso hay que hacerlo, pero de nada valdrá si no arregla primero los problemas estructurales que hacen que el gasto siga creciendo sin control. Sería como echar más agua a un balde con huecos.
El autor es economista.