Debido a múltiples comentarios recibidos sobre mi columna de la semana pasada, siento la necesidad de profundizar en el tema de pensiones.
Un grupo de comentaristas apoyan la idea de dejar funcionando el Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP) como está: el ahorro acumulado durante la etapa laboral de cada trabajador se reparte en cuotas mensuales a partir del momento de la jubilación.
La tesis se basa en la ausencia de una cultura de ahorro en Costa Rica. Si no son obligadas, pocas personas guardan un porcentaje de sus ingresos. De hecho, a pesar de recibir beneficios fiscales y exenciones de cargas sociales para quienes formen un ahorro de pensión voluntaria, únicamente alrededor del 2 % de los trabajadores lo hacen. La mayoría de la gente sigue pensando en el gobierno como el responsable de darles el dinero necesario para sobrevivir en la vejez. Dado que la pensión de la Caja tiende a disminuir, el ROP actúa como un pequeño complemento.
Otros comentaristas manifiestan, justificadamente, su desconfianza en el Estado como administrador. Si este no gestiona adecuadamente los recursos a su disposición, ¿cómo pretende decirle a la gente la forma de administrar sus ahorros? Si bien los fondos del ROP no los maneja el Estado, sino operadoras independientes, son entes gubernamentales los que imponen regulaciones y restringen la discrecionalidad en el manejo de los fondos.
Ambas posiciones, válidas, abren la puerta a la discusión sobre posibles cambios al sistema de pensiones, como otorgar más libertad a los trabajadores en la decisión de cómo prepararse mejor para su jubilación, pero con respeto al principio de apoyo a los adultos mayores de más bajos recursos.
Lo primero sería unificar los regímenes de pensiones en uno solo, manejado por la Caja. El monto debería disminuir paulatinamente hasta llegar a ser relativamente bajo, e igual para todos los trabajadores. Así se eliminarían las pensiones de lujo y la Caja enfrentaría mejor el envejecimiento poblacional. El ROP seguiría funcionando como un complemento de la pensión básica, pero se le otorgaría mayor libertad a las operadoras en el manejo del dinero.
Quienes quieran vivir holgadamente durante la vejez deberían aportar una porción mayor de sus ingresos a un fondo de pensión individual, manejado sin intervención del Estado.
El autor es economista.