El tipo de cambio va para arriba. Subió poco más de ¢6 en octubre, tendencia contraria a lo que usualmente sucede en esta época del año.
En parte se explica por una menor entrada de divisas, tanto por turismo como por el pago de impuestos, marchamos y aguinaldos de muchas empresas en esta temporada. Sin embargo, como usualmente sucede también, las variaciones del colón están muy relacionadas con el flujo de capitales financieros, de colones a dólares, o viceversa.
Debido a la incertidumbre sobre el futuro económico de Costa Rica, por su situación fiscal, los inversionistas piden que el gobierno les pague un rendimiento cada vez mayor por sus ahorros, sobre todo si es en colones, considerada la moneda débil. De no darse un buen “premio” por invertir en colones, se pasan a dólares.
Curiosamente, las tasas de interés en colones se han ubicado por debajo de las de dólares para los plazos más cortos. Esto, probablemente, se deba a que la mayoría de los inversionistas no quieren prestarle dinero al gobierno por mucho tiempo. Ante la incertidumbre, están listos para salir corriendo.
En una situación de “castigo” por invertir en colones, la única manera de que alguien se atreva a invertir en colones es que el tipo de cambio baje. Pero, en vista de la situación fiscal y conforme la gente va viendo que el tipo de cambio más bien va para arriba, son cada vez más los que se suman a apostar a que el colón se devaluará y, por tanto, cambian sus inversiones de colones a dólares, y más se devalúa el colón.
Es en esas circunstancias que el Banco Central de Costa Rica decidió intervenir el mercado cambiario, y así detener el ataque por desconfianza contra la moneda. En octubre vendió $326 millones, tomados de sus reservas internacionales, en un claro ejemplo del porqué el Banco Central acumula reservas en dólares.
Hace bien don Rodrigo Cubero en no hacer caso a quienes recomiendan usar las reservas para financiar al gobierno. Precisamente, las reservas son útiles en momentos en que la situación fiscal es mala. Si el gobierno se portara mejor (fiscalmente), no solo no necesitaría tantos préstamos, sino que, además, generaría suficiente confianza a los inversionistas, lo que haría más atractivo al colón y, así, el Central no requeriría tantas reservas para prevenir ataques contra la moneda.
El autor es economista.