El país está enmarañado. Poco a poco nos hemos ido enredando en los mecates, perdiendo la capacidad de solucionar los múltiples problemas que nos aquejan.
Por ejemplo, las calificadoras de riesgo han venido bajando la calificación de nuestra deuda pública. Aunque los indicadores macroeconómicos no se ven tan mal, nos bajan la calificación por lo que ellas denominan “nuestra incapacidad institucional para tomar las acciones necesarias para corregir el alto déficit fiscal”.
Los inversionistas internacionales también nos castigan, por la vía de la prima de riesgo que cobran por invertir en bonos del país. Hace apenas seis meses, la deuda pública de El Salvador pagaba un rendimiento cercano al 2 % más alto que la de Costa Rica porque los inversionistas consideraban que nuestro país era menos riesgoso. Hoy, los rendimientos están iguales. O sea, los inversionistas nos perciben tan riesgosos como El Salvador.
Una parte de la solución a los problemas del país depende de quien ejerce la presidencia y su capacidad de liderar un equipo de ministros. Pero, como otra parte importante de la solución pasa por la Asamblea Legislativa, las habilidades del presidente para negociar e interactuar con los diputados son vitales.
Si quiere la aprobación de proyectos que le ayuden a hacer mejor su labor, tendrá que llegar a acuerdos.
Eso tampoco es fácil, por los problemas ya conocidos existentes en la misma Asamblea. Nada más por nombrar dos de ellos: un reglamento que protege en exceso a los partidos pequeños, dando un poder cuasidictatorial a las minorías, que propicia la discusión perenne e infructuosa de algunos proyectos, sin nunca llegar a una votación; un sistema de elección de diputados que no permite a los votantes escoger directamente a quien consideran será su mejor representante, lo cual va en detrimento de la calidad de diputados y en la rendición de cuentas de los legisladores hacia los votantes.
LEA MÁS: Nuevo modelo de elección de diputados
Si de verdad quieren resolver los problemas del país, habría que empezar por desenmarañar nuestro sistema político. Ya hay propuestas serias sobre la mesa que pueden servir de base, como la de Poder Ciudadano Ya, liderado por Abril Gordienko, y la de una constituyente, promovida por Alex Solís.
Urge demostrarle al mundo que somos capaces de resolver nuestros problemas sin que haya mediado una crisis o una imposición desde fuera.
lmesalles@academiaca.or.cr
El autor es economista.