Letras de cambio: El año termina con optimismo

La aprobación de la reforma fiscal fue un buen fruto este año. Cosechar más dependerá de que el gobierno dé los pasos siguientes para acercarnos más a la solución real del problema de las finanzas públicas.

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A inicios de este año estábamos advertidos de la urgencia de que el país debía encontrar soluciones al grave problema fiscal. Pero, curiosamente, en los primeros días del 2018, la campaña política tomó un rumbo inesperado porque los temas religiosos opacaron por completo la discusión sobre lo tributario.

Esa es la razón por la cual los dos candidatos elegidos para ir a la segunda ronda eran de los menos esperados apenas un mes antes de las elecciones. Uno, por no tener experiencia política, ni ejecutiva, ni tampoco un equipo económico fuerte que lo acompañara. El otro, por ser miembro de un partido que, si bien no causó el problema fiscal, lo había agravado significativamente.

Por suerte, o tal vez no fue tanta la casualidad, después de varias adhesiones y pactos, la discusión de lo económico tomó alguna relevancia en la campaña. Pareciera que la presencia de Fabricio Alvarado en la segunda ronda forzó a Carlos Alvarado a alejarse de la línea del Partido Acción Ciudadana (PAC), con la que Luis Guillermo Solís había llevado el país al borde del abismo.

Una vez en el poder, Alvarado, con la ayuda de un equipo económico fundamentalmente proveniente del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), supo liderar una estrategia para solucionar el problema fiscal. La discusión dominó por completo la agenda de los primeros siete meses de su gobierno y culminó con la aprobación de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas.

A pesar de las imperfecciones que pueda contener la ley aprobada, Carlos Alvarado tuvo la virtud de lograr un cuasi consenso alrededor de la idea de que el plan era un mal necesario, y la primera parte de un plan mayor. Así, varios partidos políticos de oposición y grupos empresariales lo apoyaron. El público, en general opuesto — con razón— a tener que pagar más impuestos, en alguna medida llegó a aceptar la nueva ley como una opción “menos mala” que no hacer nada. Incluso la Sala Constitucional avaló el proyecto contra el criterio de la Corte Plena.

A los que no pudo convencer Alvarado fue a los sindicatos de los empleados públicos. Era de esperar que se opusieran, dada una visión miope que los lleva a defender sus privilegios a capa y espada.

Los pasos dados por Alvarado y su equipo hacia la solución fiscal hacen que, al terminar el año, el ambiente sea más positivo del que se tenía al inicio. Ahora, esperamos que dé los pasos siguientes para acercarnos más a la solución real del problema fiscal en el 2019.

lmesalles@ecoanalisis.org