Con una amplia mayoría, esta semana se aprobó el procedimiento para discutir por la vía rápida el proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas. Es una buena y una mala noticia.
La buena noticia es que, al fin, hay un avance en la discusión de cómo resolver el grave problema fiscal. Tanto inversionistas como calificadoras de riesgo han estado esperando que se haga algo al respecto. Nos critican, fuertemente, nuestra incapacidad institucional para tomar las decisiones necesarias para revertir el crecimiento de la deuda pública. Hace rato nos advierten que, si no hacemos algo al respecto, la pérdida de confianza de los inversionistas en el país llevará la economía al despeñadero.
La mala noticia es que tendremos que pagar más impuestos. El proyecto contiene un alto componente de nuevos tributos, y poco por el lado del recorte de gastos. Se calcula que, con los cambios en el impuesto sobre la renta y en el impuesto al valor agregado (IVA), el gobierno nos estaría quitando de la bolsa unos ¢500.000 millones. Y esto es apenas para cubrir parcialmente el hueco que existe en las finanzas públicas. Para evitar que, de momento, nos estalle la crisis en la cara. Los nuevos impuestos no son parte de un plan estratégico del gobierno para agregar valor a la economía, a través de mejores servicios públicos, por ejemplo.
De hecho, a pesar de que los partidos opositores le habían condicionado al gobierno la aprobación de nuevos impuestos a que controlara el crecimiento del gasto y mejorara su calidad, ahora los aprueba, sin que el gobierno haya hecho su tarea. Salarios, pensiones y transferencias han crecido muy por encima de la inflación.
El problema es que la situación fiscal ha llegado a tal punto que, o se hace algo urgente o se descalabra toda la economía.
A estas alturas, si no se aprueba el proyecto presentado, con todos sus defectos, los inversionistas terminarán perdiendo la confianza en el país, se llevarán la plata y nos hundiremos en una grave crisis económica.
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Pero, aunque los inversionistas perciban como positivo el paquete de impuestos que nos están endosando, hay que tener claro que el problema fiscal no queda resuelto. El nuevo gobierno deberá, de entrada y sin perder tiempo, tomar medidas para completar el ajuste: entrarles duro al gasto y al control de la evasión y el contrabando. Si quiere recuperar la confianza de los inversionistas, no le queda de otra.