El país está conmocionado por dos trágicos homicidios perpetrados en la misma semana y en condiciones muy similares. El primero, Manfred Barberena y, el segundo, Marco Calzada, pérdidas para sus familias y para Costa Rica.
La opinión pública se ha volcado al unísono a reclamar justicia, entiéndase sanciones penales severas, sentimiento que comparto porque estas acciones no deben quedar impunes. Sin embargo, dejar las reacciones limitadas a eso es lo sencillo, debemos ir mucho más allá, analizar las causas, las debilidades de nuestro sistema preventivo y represivo.
Una primera pregunta es cómo lograr que jóvenes autores de los delitos permanezcan en la educación formal, regular o técnica, o en el mercado laboral en lugar de caer en la delincuencia.
El sistema ha permitido que personas como ellos deserten y no se ha tenido la capacidad de recuperarlos y reintegrarlos por el camino correcto. Esto se conoce desde hace años y poco se avanza, ya es hora de tomarse el problema con seriedad y actuar.
Una segunda pregunta es qué pasa con nuestro sistema procesal penal y la administración de justicia. Resulta inaceptable que el sospechoso de uno de los homicidios tuviera 92 detenciones y siguiera en libertad, no se necesitan conocimientos en la materia para concluir que el sistema no da respuesta a la sociedad, esa persona debía estar detenida.
Aprovecho para aclarar que nunca he defendido el pensamiento represivo y draconiano, por el contrario, soy seguidora del garantismo penal.
Otra inquietud es saber qué pasa con la comunicación interna del OIJ. Según la prensa, la familia del segundo joven se presentó a interponer la denuncia de la desaparición y el cuerpo ya se encontraba en la morgue judicial.
¿Cómo es posible que no se relacionara la denuncia con el cuerpo encontrado si coincidían la edad y el lugar de la desaparición? Sin duda, los sistemas informáticos y la comunicación interna del Organismo deben mejorar.
Merece reconocimiento la eficacia del sistema de cámaras de la Municipalidad de San José, que permitió identificar a los responsables en cuestión de pocas horas. Ojalá sigan avanzando y coloquen más equipos.
En síntesis, que el dolor de estas tragedias opere cambios que eviten que vuelvan a ocurrir.
La autora es politóloga.