Cuando el Estado se mete a construir, como que todo va más lento y como que todo sale más caro. Ejemplos, sobran. Impunidad, también abunda. En el Estado, ni uno solo de los funcionarios responsables de construcciones rinde cuentas de los atrasos, de los sobrecostos y, menos, recibe sanción por los yerros de bulto que se han vuelto cosa común en obras públicas.
No hay proyecto en manos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) y de su brazo “experto” en construcciones, el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) que salga a tiempo.
Siempre, siempre, se atrasan por “imprevistos”. Alguien no calculó bien el presupuesto; alguien no expropió; alguien no pidió trasladar tuberías o cableado eléctrico… Ese “alguien” nunca da cuentas de nada.
Por eso, la credibilidad en el MOPT y en el Conavi se ha esfumado. Ni una carretera de 2,8 km para conectar el megapuerto de Moín salió bien. A esa obra, de $71 millones, habrá que sumarle $14 millones para arreglar la pifia con los 80 metros que se les corrió el punto de enlace con el puerto. Y, estamos advertidos: quizás esos 2,8 km de $85 millones no estarán en enero.
La vía a San Carlos, ni se diga. Los 44 km llevan 13 años en construcción y ni los profesionales del MOPT y el Conavi saben cuándo la abren. Lo único claro es que ya vamos por más de $71 millones más de lo previsto... y contando.
Por eso, no es de extrañar que ahora el Banco de Costa Rica tenga dudas de administrar el fideicomiso que construirá la nueva carretera San José-San Ramón, de 59 km. El BCR reclama al Conavi sacar sus manos del proyecto, porque, solo así, podrán entregarla en menos años.
Mario Barrenechea, gerente del Banco, fue clarísimo: “Nosotros no queremos construir en siete o diez años, queremos construir en unos tres años. No nos vamos a exponer a un fracaso, entendiendo por fracaso tener que tomar siete o diez años para construir 60 km". Y agregó que si el Conavi no acepta darle al BCR la autonomía, renunciarían a seguir.
Esa es solo una señal más: El MOPT y Conavi están obsoletos. No dan la talla y llegó el momento de pensionarlos e idear otro modelo para construir grandes obras.