El artículo 118 de la Constitución abre al Gobierno una sólida ventana de oportunidad para demostrar, entre el 1.° de diciembre y el 30 de abril, que su inquietud fiscal es seria y está orientada hacia una solución responsable y sostenible. Si la aprovecha, abrirá la puerta para que la oposición consciente se sume al empeño. Urge.
No hay certeza de que sucederán ambas cosas, pero las señales son promisorias. El imperativo, ahora, es convertirlas en acicate para las negociaciones y –mejor aún– los resultados.
Durante los cinco meses que arrancaron el martes, el Ejecutivo controla la agenda del Legislativo. Qué incluye en ella revela sus prioridades; también, su voluntad de generar acuerdos.
La principal buena señal es haber convocado dos proyectos de ley para reformar aspectos clave del empleo público. Uno es de la diputada Sandra Piszk, de Liberación; el otro, de la Unidad. Ambos buscan hacer más equitativas y racionales las remuneraciones en el Gobierno Central y las instituciones autónomas y, además, neutralizar “disparadores” del gasto.
Otra buena señal es que, días atrás, Liberación dio sus votos al presupuesto del 2016 presentado por Hacienda. Aunque polémica (como casi todo en política), fue una decisión responsable. Negarse habría generado gran confusión; además, el apoyo no fue gratuito, porque obtuvo el compromiso de recortes para el 2017 y, quizá también, la convocatoria del plan de Piszk.
La agenda del Ejecutivo sugiere que, al fin, el presidente, Luis Guillermo Solís, decidió impulsar frenos a los egresos como parte de su estrategia fiscal. Al hacerlo, archivó su negativa a reformar los regímenes de empleo estatal y asumió el riesgo de enfrentarse a algunos dirigentes sindicales. Bien por él.
Todavía debe demostrar que no se trata de un gesto más, sacado de su amplio repertorio de atuendos y monerías, sino de una decisión genuina. La oposición responsable debe ponerlo a prueba constructivamente; es decir, empeñándose en una negociación seria, que permita avanzar tanto en límites permanentes al gasto como en nuevos y mejores impuestos. Todo, por supuesto, con una buena secuencia, que podría incluir otros proyectos sobre fiscalidad responsable.
Cualquier pronóstico es reservado. Pero, al menos, se perfila una oportunidad. Hay que aprovecharla.
(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).