Urge revisar el modelo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) o se agravarán los servicios, ya deficientes, a corto y mediano plazo. La población envejece, y mientras los costos de atención médica aumentan dramáticamente, los ingresos no crecen.
El Estado no mide las consecuencias de la caída en la cantidad de asegurados a consecuencia de los cuantiosas cargas sociales, la informalidad, el desempleo, la tasa natalidad en descenso, la longevidad y la falta de servicios de salud oportunos e individualizados.
El sistema de salud está concentrado en la cura y no en la educación para la prevención. La falta de decisiones a largo plazo pone en peligro la eficacia, eficiencia y sostenibilidad del modelo. Sin nuevas tecnologías, innovación y visión, y con complejos problemas sociales y cambiantes autoridades políticas, el resultado es la exacerbación de la vulnerabilidad de la CCSS. Los problemas no se solventan aumentando las cuotas. Se requiere una nueva estructura.
La dependencia de los ingresos de la planilla representa una gran carga para pymes, profesionales y trabajadores, y origina informalidad. No hay contención de costos debido a la improductividad. Cada administración fija una visión de la institución y un manejo político de prioridades e inversiones. No hay revisión de gastos y, en muchos casos, ceden a las presiones salariales de los sindicatos, que son insostenibles.
Abusos en los gastos discrecionales descalifican la gestión administrativa de la institución. Los diputados autorizan la condonación de deudas sin conocer la realidad financiera de la institución, que sigue asumiendo una serie de funciones sin determinar los costos reales, y tristemente no pasa nada.
La Contraloría denuncia que la CCSS carece de una estructura confiable para manejar gastos y compras, pero la organización no se mueve para remediar el problema. La falta de control financiero ocasiona graves problemas al equilibrio de la CCSS.
Solo el MEP le debe a la CCSS ¢149.217 millones en cuotas obrero-patronales vinculadas a un incentivo salarial sin reportar desde el 2003. La deuda del Estado sigue creciendo en los libros, y se habla de ¢2,5 billones, pero el Ministerio de Hacienda lo niega y todo sigue igual.
Tercerización
La CCSS, al no contar con estudios de costos, mantiene la política de concentrar los servicios, con el agravante de que estos están saturados y no se evalúa la eficiencia. Bien haría la CCSS si terceriza dando prioridad a ciertas patologías y en establecer protocolos de calidad e incentivos a la productividad.
No lograremos mejorar si no se miden los resultados y se privilegia el camino más caro y engorroso, por ejemplo, una mamografía saldría más barata si, mediante una alianza público-privada, estuviera al alcance de los miles de mujeres que la necesitan mensualmente y requieren tratamientos antes de que sea demasiado tarde y deban recibir tratamientos durante meses o años.
La utilización de la telemedicina reduce costos e incrementa los diagnósticos oportunos. Desde el 2001, la CCSS cuenta con un programa de telesalud, pero no se promueve de acuerdo con la demanda.
El sistema de salud se basa en volumen, estandarización y masificación, lo que obstaculiza la atención individualizada. Fijar un límite de tiempo para cada paciente y una receta estandarizada con exámenes generales no adecuados a las características de cada paciente complica más la salud de las personas.
Cada día se requiere más la medicina personalizada para mejorar la recuperación y reducir los costos. Debemos acelerar los diagnósticos y propiciar cambios en los estilos de vida para que estos sean más saludables.
También, es necesario que el EDUS sea un expediente digital individual que pueda ser analizado por cualquier especialista en medicina. La salud implica interoperabilidad de la información entre profesionales de la salud, farmacias y actores en general para optimizar los recursos.
Ministerio de Salud
Hay que fortalecer al Ministerio de Salud en la rectoría y con recursos para construir un modelo que integre un entorno saludable, identifique enfermedades transmisibles, procure el bienestar familiar, promueva la baja en el consumo de azúcares y sal, fomente la actividad física, incentive la incorporación de frutas y verduras en la dieta y eduque sobre las consecuencias de las drogas y el alcohol.
Debe coordinar esfuerzos con la CCSS, el AyA, el Cenare, los CEN-Cinái, el IAFA, el MEP y los colegios y las universidades. Los cambios de hábitos y las alianzas entre los sectores público y privado son clave para estimular una sociedad saludable. De esta manera, disminuye el riesgo de enfermar y, con ello, los costos de curar.
El Ministerio de Salud debe ser el responsable de vigilar, elaborar, asesorar y evaluar los servicios de salud. Debe planificar los requerimientos de recursos humanos y analizar los costos operativos y las inversiones de las infraestructuras sanitarias, así como optimizar los presupuestos, la tecnología y la investigación.
Debe ser el que monitorea la calidad de los servicios y la productividad. Debe manejar toda la información del sector sanitario, y no solo los permisos de funcionamiento, las labores de epidemiología y el control de sustancias y productos que inciden en la salud.
El autor es ingeniero.
:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/RZIGZFMFZVDF3AGMKSMR7SNEOY.jpg)
El modelo de salud de Costa Rica es bueno, pero necesita reformas para que no colapse. (Shutterstock)