Se cuenta que cuando Pirro, rey de Epiro durante el siglo III antes de Cristo, se impuso sobre los romanos en la guerra de Heraclea, la cantidad de bajas que tuvo fue tan grande que se lamentó de su victoria. Desde entonces, se califica de victorias pírricas las ganancias en las que existe una desproporción entre lo que se sacrifica a cambio de obtenerlas.
Por tanto, los logros que brindan realización personal también deben tener un equilibrio. De lo contrario, son victorias pírricas. La realización individual es elemento fundamental de la cultura de una sociedad, y aún más vital si consideramos que, como sostengo con insistencia, lo que determina la prosperidad de las naciones es su cultura.
El camino de la realización personal se bifurca en dos tipos de metas básicas, de naturaleza material e inmaterial.
En el conjunto de metas materiales están los éxitos económicos básicos, como lo son alimentación, vivienda, empleo y recursos para recuperar la salud en caso de enfermedad y para el descanso.
Dentro del conjunto de conquistas personales materiales figuran los logros personales que proveen autorrealización y sana autoestima, tales como el éxito en nuestros oficios o profesiones, intelectuales, empresariales, académicos, artísticos o deportivos.
El ejercicio físico debe formar parte de la cultura de la realización personal, pues un cuerpo no sometido a una adecuada dinámica de movimiento eleva el riesgo de padecer enfermedades asociadas al sedentarismo.
La familia
Las metas inmateriales se pueden subdividir en las determinadas por el cultivo de nuestras relaciones interpersonales. En primer término, las afectivas primarias, que tienen como fin el desarrollo de la familia. De estas, parten otro tipo de objetivos vinculados, como lo son los lazos formados en nuestros distintos entornos sociales, llámense laborales, comunales, profesionales y educativos, o las relaciones humanas, que también forjamos en otro tipo de actividades, por ejemplo, las recreativas.
Las grandes crisis de la era posmoderna se deben a la ingravidez con que se instituyen las relaciones interpersonales. Algo que, como afirma el papa Francisco, en lo que denominó la incultura del descarte, es particularmente serio en las familias: matrimonios que no se asumen con compromiso moral, paternidades que no se ejercen con responsabilidad o el trato a ancianos y grupos vulnerables.
Si esta crisis ocurre en el plano más relevante, resulta alarmante reconocer la decadencia de las relaciones entre las personas, y es la razón por la cual conceptos como lealtad, honor, dignidad, integridad, respeto, decoro o continencia son valores en vías de extinción.
Cultivo espiritual
El segundo bloque de metas de realización personal, que son de naturaleza inmaterial, se compone de objetivos individuales que tienen como fin cultivar virtudes, destrezas y conocimientos.
El psicólogo español Rubén Turienzo subraya que el amor fraternal es la piedra angular sobre la que se edifica el resto de las otras cualidades, pues sin él estas se desnaturalizan y reducen a mero legalismo. En otras palabras, virtudes, principios y valores obtienen verdadero sentido a partir de que su raíz esté contenida en el amor.
Lo más esencial es que la base fundamental sobre la cual se construye con eficacia el edificio de la realización personal es una sana espiritualidad con compromiso moral.
Ello, porque la espiritualidad carente de compromiso moral no es otra cosa que superstición. Donde tal falta existe, la idea de lo sobrenatural se reduce a credulidad sin aspiración virtuosa, pues el supersticioso se limita a creer en aquello que posee carácter mágico, como si la sobrenaturalidad tuviese valor por sí misma.
En sentido inverso, una espiritualidad genuina subordina lo sobrenatural a la virtud moral. La idea de dios y las convicciones sobre su participación sobrenatural en la historia siempre estará condicionada a un bien superior que es enfocado en el ejercicio de las virtudes y en el resguardo de principios de vida.
Esa es la forma genuina de ejercer la espiritualidad, y, así entendida, se convierte en la piedra angular sobre la que se puede construir la realización propia. Si uno de esos elementos falta en la bitácora de realización personal, será imposible alcanzarla.
De lo contrario, la conquista de nuestras metas arrojará un desbalance vital y una contabilidad deficitaria que tendrá logros profesionales fundamentados en atropellar nuestras relaciones afectivas, éxitos materiales a costa de nuestra salud o el alcance de metas sociales a expensas de pisotear nuestros principios espirituales y morales más preciados. En fin, realizaciones pírricas.
El autor es abogado constitucionalista.