En su discurso anual de rendición de cuentas ante la Asamblea Legislativa, el presidente Alvarado dijo que el énfasis durante su ultimo año de gobierno estará en vencer a la covid-19 y la estabilización económica.
Está claro que hay que controlar la pandemia para que la actividad económica retorne a algún tipo de normalidad. Igualmente, se requiere balancear las finanzas públicas y detener el crecimiento de la deuda para, con ello, evitar una crisis económica mucho peor que la que experimentamos.
La apuesta de la administración por la estabilidad será mediante el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Este se enfoca en subir impuestos y bajar gastos, pero carece de medidas para reactivar la economía. Es más, el presidente se enoja con quienes lo critican por no haber hecho énfasis en la reactivación económica en su discurso. Los acusa de populistas y politiqueros.
Afirma que la economía no crecerá si no hay estabilidad. Tiene razón. Sin embargo, no dice que esa relación es bidireccional. No habrá estabilidad, y menos sostenible en el tiempo, si la economía no crece. Por eso, debe trabajar en los dos frentes a la vez: bajar el déficit y hacer crecer la economía. Enfocarse solo en uno de los dos nos llevaría al fracaso.
Puede que el presidente esté pensando en términos políticos. Es muy difícil, o tal vez imposible, que los diputados aprueben el acuerdo con el Fondo y todos los proyectos relacionados, y encima pedirles que discutan y aprueben una agenda de reactivación.
De hecho, el presidente les tira la pelota a los legisladores para que ellos sean quienes propongan y aprueben la agenda de reactivación.
Lo que don Carlos parece olvidar es que es mucho lo que es posible lograr desde el Ejecutivo. Es más, la reactivación no está para esperar las largas discusiones en la Asamblea.
Se trata de hacer que las instituciones públicas busquen, proactivamente, cómo ayudar a que los negocios surjan, de quitar tanta traba que encarece todo cuanto se desee realizar, de tomar medidas para disminuir los costos de los servicios públicos, de promover una cultura de aumento constante de eficiencia en todo nivel y en todas las instituciones, de inculcar un cambio de actitud en los servidores públicos en general para que sus acciones estén siempre centradas en servir a la gente.
El autor es economista.