Rinde beneficios actuar buscándole siempre la comba al palo para que esta se adapte a una solución efímera de los problemas? Es obvio que no; pero ese, y no otro, es el procedimiento que está siguiendo el Gobierno de la República para hacer frente a las más acuciantes situaciones de conflicto que se le presentan. La toma de decisiones determinantes para la solución de los problemas nacionales, igualmente acuciantes, se quedó en un simple enunciado.
Las fuerzas laborales del sector público han entendido lo que antecede muy bien y, en el pulso con los negociadores oficiales, están ganando la partida. Es la misma falta de decisión de nuestros futbolistas a la hora de tirar a gol. Es, en suma, la renuencia nacional a decir no a algo, encubierta por los giros dialécticos del "déjeme estudiarlo, o vuelva mañana".
Se habían creado grandes expectativas en algunos sectores del país sobre la energía y la fortaleza de carácter del equipo de gobierno: "Ahora sí se terminará el problema del relleno sanitario", decían algunos. "Con este presidente, se restaurará la seguridad, y los cacos ya se pueden poner vivos...", señalaban otros. "Con la reforma del Estado, se acabarán las instituciones de membrete", añadían los más optimistas. Pues no; hasta van a la huelga, y Farid Ayales apaga el incendio hoy para que se reavive mañana.
La gran hamburguesa de la indecisión sacia momentáneamente a todos.
Pero, aquí y allá, la gente pide una agenda que solucione sus problemas en forma estable. Por eso claman por Jacques Chirac en Francia en estos momentos.
Dada la sobredosis de dialéctica y la falta de realizaciones, bien se podría decir, parodiando al poeta: "Ni en ministros socialistas/ni en las curules cristianas/ni en la derecha cerril/ni en el izquierdismo extremo/hubo nunca pico de oro/que hablara con tanto fuego..."