Juan Rafael Mora y la temprana politización del pasado costarricense

El análisis de las ediciones del que se considera el primer libro de historia costarricense muestra el ascenso de la carrera política de Juan Rafael Mora y su influencia en las ediciones de ese texto.

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Entre 1849 y 1851, el guatemalteco Felipe Molina Bedoya (1812-1855), en complemento de sus labores como representante diplomático de Costa Rica, publicó en Europa y Estados Unidos, en inglés, francés, alemán y español, varias ediciones de un texto que es considerado el primer libro de historia costarricense.

Aunque distintos investigadores han analizado esa obra, por lo general se han concentrado en el estudio de la edición española impresa en Nueva York en 1851, que se convirtió en la versión definitiva.

Sin embargo, al comparar las distintas ediciones, es posible observar cómo el ascenso de Juan Rafael Mora a la presidencia de la República influyó en la manera en que Molina amplió y modificó su representación del pasado nacional.

Inexplorado. La primera versión del texto de Molina, escrita después de que Costa Rica fue declarada república (3/8/1848), se publicó en inglés en 1849. Impreso en Londres, el folleto tiene una extensión de apenas 15 páginas.

Según Molina, su intención era dar a conocer “al mundo civilizado” un país “todavía inexplorado, pero interesante”, en particular por su ubicación en un espacio geográfico que podía ser escenario de la construcción de un canal interoceánico.

De seguido, Molina describió las características físicas del país, se refirió al tamaño de la población (90.000 blancos y 10.000 indígenas) e indicó que la mayoría de los habitantes eran católicos, pero tolerantes.

Al considerar la economía, Molina destacó el papel del café, y se refirió también a otros productos, como el cacao, el tabaco y el azúcar, y –anticipándose siglo y medio a los visionarios neoliberales del presente– se manifestó en contra de los monopolios del Estado por considerar que afectaban el desarrollo de la industria.

Molina señaló además que el comercio exterior se basaba en la exportación de café y en la importación de productos industriales de Europa y Estados Unidos, y resaltó que el principal socio comercial de Costa Rica era Inglaterra.

Igualmente, Molina aclaró que en términos del sistema de gobierno, el país estaba organizado como una democracia popular representativa, por lo que no existían “ni esclavos ni clases sociales”.

Pasado. Casi inmediatamente después de haber sido publicado el folleto en inglés, Molina empezó a elaborar una nueva versión ampliada, que fue impresa en París en 1849 y en Berlín en 1850. La principal innovación, de acuerdo con la edición alemana, consistió en que incorporó una sección de historia de Costa Rica.

Su recorrido por el pasado costarricense empezó por la época colonial; luego, se refirió a la independencia y a la historia política posterior a 1821, lo que aprovechó para destacar que, en una Centroamérica convulsa, el primer jefe de Estado de Costa Rica, Juan Mora Fernández, había gobernado al país durante ocho años sin perturbaciones (1825-1833).

Posteriormente, Molina se refirió al presidente de Costa Rica, José María Castro Madriz, a quien describió como un joven ilustrado de apenas treinta años, que gobernaba con sabiduría e inteligencia y conducía al país por la senda de la prosperidad.

Mora. Apenas habían empezado a circular las ediciones francesa y alemana del texto de Molina, cuando Castro, en noviembre de 1849, fue obligado a renunciar por la presión de los –supuestos– partidarios de Juan Rafael Mora Porras, quien asumió la presidencia poco después.

Literalmente forzado por los acontecimientos históricos a actualizar su texto, Molina publicó una nueva edición francesa en 1850 y la primera versión en español, que fue impresa en Madrid con el título de Bosquejo de la república de Costa-Rica.

En la segunda edición en francés, mantuvo la mención elogiosa de Castro que figuraba en la versión alemana, pero agregó: “la administración se ha renovado. Don Juan Rafael Mora, el comerciante más rico y emprendedor del país, se encuentra a la cabeza de los asuntos [públicos]”.

1851. Rápidamente, Molina empezó a preparar una nueva versión de su libro sobre Costa Rica, que fue publicada en Nueva York en 1851. Impresa en español por el taller tipográfico de S. W. Benedict, está compuesta por 128 páginas, una extensión casi tres veces mayor que la edición madrileña de 1850 (44 páginas).

Con la ampliación de la obra, se incrementaron también las referencias a Mora, a quien Molina reconoció como el enérgico líder que había doblegado a los localismos políticos y a las ambiciones personales.

También, al presentar datos más actualizados de las actividades económicas del país, Molina atribuyó los avances alcanzados, entre otros factores, a “las mejoras entabladas bajo la administración del Presidente Mora”.

Adicionalmente, en la cronología que agregó al final de su libro, Molina consignó los primeros datos sobre la etapa inicial de la carrera política de Mora. Al tratar el controversial tema de su ascenso a la presidencia, Molina lo explicó por la “dimisión” de Castro, sin profundizar más en el asunto.

En la última parte de esa cronología, Molina aludió a los logros conseguidos por el país durante el primer año y medio de la administración Mora, incluida la inauguración de un teatro, “primer edificio formal de su especie que existe en el país, y el cual, en honor del Presidente, recibió la denominación de Teatro de Mora”.

Finalmente Molina, al considerar el conflicto que en junio de 1850 enfrentó a Mora con el general José Manuel Quirós y otros militares, destacó la magnanimidad con que procedió el presidente, puesto que a los insurrectos, tras ser expulsados del país, se les permitió retornar y restituirse “ya al seno de sus familias”.

Omisión. Al publicar en 1849 la versión en inglés de su folleto, Molina se limitó a proporcionar datos básicos sobre el país y a difundir su imaginario racial y social, pero evitó referirse al pasado de Costa Rica y, en particular, a su trayectoria política.

Dicha omisión comportaba el problema de que impedía promocionar debidamente al país en el exterior, especialmente porque no se podía desarrollar el asunto de por qué la experiencia costarricense difería de la del resto de Centroamérica.

Molina decidió enfrentar ese desafío en la edición francesa de 1849 y en la alemana de 1850, al incorporar una sección histórica en la que indicó que, a diferencia de sus vecinos centroamericanos, el pueblo costarricense había progresado porque prefería vivir bajo el imperio de la ley y no de un régimen arbitrario.

Desactualización. La inesperada “renuncia” de Castro obligó a Molina a actualizar datos sobre la política costarricense en las ediciones francesa y española de 1850, y simultáneamente a incorporar en su versión del pasado reciente de Costa Rica a Mora, un político decidido a promocionar su imagen a toda costa.

En tales circunstancias, no sorprende que en la edición neoyorquina de 1851 el espacio dedicado a Mora se ampliara en una escala sin precedente en comparación con la referencia a Castro en la edición francesa de 1849 y en la alemana de 1850.

Aunque no se conoce evidencia de que fuera presionado para que procediera así (o de que se le sugiriera hacerlo), es significativo que, después de 1851, Molina, que había sido tan acucioso en corregir y ampliar su libro, ya no se interesara más en actualizarlo.

Irónicamente, la desactualización posterior del Bosquejo pudo contribuir a su vigencia: tras el derrocamiento de Mora en agosto de 1859 y su fusilamiento en septiembre de 1860, el libro de Molina resultó aceptable para las nuevas autoridades, probablemente porque las referencias a la administración morista terminan en julio de 1851.

Al quedar por fuera la guerra de 1856-1857, la caída de Mora y su ejecución posterior –en el contexto de una profunda polarización política–, el Bosquejo se mantuvo, hasta finales de la década de 1880, como un libro de texto, políticamente correcto, para el sistema educativo costarricense.

El autor es historiador.