La decisión del cierre de la planta de manufactura de Intel en Costa Rica, si bien es parte de un proceso de reestructuración global de la empresa, debido a un error estratégico ante el mercado decreciente de procesadores personales, al no anticipar el peso de la tecnología móvil ( smartphones y tablets ), también tiene causas netamente costarricenses, y negarlo sería un grave error.
La cruda verdad es que, en cualquier reestructuración, sobreviven los mejores. Por eso, otros países mantienen las operaciones normales de Intel: unos, como Israel, tuvieron la capacidad de evitar el cierre, y otros, como Vietnam, salen ganadores.
Mientras la llegada de Intel a Costa Rica en 1997 tuvo la capacidad de proyectarnos al mundo como un destino atractivo para la inversión extranjera, especialmente en el nicho de la alta tecnología, el cierre de la planta debilita nuestra imagen-país y manda alarmantes señales de nuestra pérdida de competitividad.
Se han cerrado 3.000 empleos, al sumar los del centro de servicios del Bank of America, especialmente de jóvenes altamente capacitados, cuya fuga de talento esperamos que no se dé. El país perderá 20% de sus exportaciones, que en el pasado ha representado parte del 6% del PIB, al que contribuye Intel, lo cual, entre otros aspectos, significa menos consumo y bajas en la recaudación fiscal (empresas ticas proveedoras) en momentos en que el déficit está a un nivel preocupante.
¿Crónica de una muerte anunciada? Durante años, las demandas del sector productivo han sido desatendidas, y las iniciativas gubernamentales para hacer frente a las graves carencias en infraestructura, altos costos de la electricidad y logística, manejo cambiario, poca flexibilidad de la legislación laboral, trámites excesivos e inseguridad, entre otros, han sido obstruidas, en especial, por los enemigos de la inversión extranjera,
En el caso de las empresas de las zonas francas, la amenaza de variación del régimen impositivo hasta un 15% –discusión propiciada por algunas fuerzas políticas– podría haber sido el golpe de gracia. En palabras de un alto personero de Intel (Bloomberg 2011), pocas cosas afectan más la decisión de las inversiones de largo plazo que la falta de consistencia y la inseguridad jurídica. Se suma a todo ello la incertidumbre fiscal.
Costa Rica ha sido exitosa en su modelo de apertura comercial, promoción de exportaciones y atracción de inversión extranjera. Esto ha generado crecimiento económico y miles de empleos de calidad, especialmente para los jóvenes. Si no actuamos ya transformando nuestra competitividad-país, pondremos en peligro nuestro bienestar y desarrollo.