Horizontes: Un adiós al rabino Steinsaltz

La increíble fuerza de su verbo parecía proclamar, con su presencia, la trascendencia de la solidaridad entre los seres humanos

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Lo conocí en Nueva York, en un debate con el entonces juez de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos Antonin Scalia, poseedor de un verbo elegante, pero filoso, y conocido por su agilidad retórica, siempre acentuada por un humor muchas veces indescifrable.

Su oponente era el célebre rabino Adin Even-Israel Steinsaltz, nacido en Jerusalén en 1937 y fallecido recientemente. Sus padres pertenecían a un grupo socialista y el padre no estuvo presente en su nacimiento, pues se encontraba luchando en España del lado de los republicanos.

Los intelectuales más venerados en su hogar paterno eran Marx, Lenin y Freud, lo cual lo llevó al escepticismo. Sin embargo, su padre trajo a un tutor talmúdico y le dijo a su hijo que nadie en su familia sería un ignorante.

El rabino Steinsaltz devino en un destacado maestro, filósofo, crítico social y autor prolífico. Modernizó el Talmud, una obra monumental y sumamente compleja. Fruto de su tarea recibió el Premio Israel, el máximo honor que otorga su país. No sobra señalar que es internacionalmente reconocido como uno de los grandes rabinos e intelectuales.

Cuando yo me desempeñaba como embajador de mi país en Washington D. C., invité a la residencia a un pequeño grupo de amistades, incluido el nuncio apostólico, para un diálogo con el rabino.

Siempre de traje oscuro, quizás raído, o en mangas de camisa, la impresión inmediata al verlo era su humildad. Algunos no creían que ese era el célebre rabino y maestro del judaísmo para los siglos. Pasada la reunión, pensé esa noche en la increíble fuerza del verbo de un rabino que parecía proclamar, con su presencia, la trascendencia de la solidaridad entre seres humanos.

Escribió decenas de libros, incluido un volumen germinal del misticismo judío, La rosa de los trece pétalos, además de comentarios sobre filosofía y zoología bíblicas.

En 1990, el diario Jerusalem Post lo invitó a que impartiera una guía espiritual a los periodistas de ese medio. Adin Even-Israel Steinsaltz habló sobre la importancia para el judaísmo de no caer en lashon hara, que es injuriar a otra persona.

Explicó por qué todas las partes del cuerpo humano tienen un límite —los brazos pueden cargar cierta cantidad de peso, las piernas tienen barreras a su rapidez— la lengua, incluida la pluma, puede hacer mucho daño y, por eso, está situada en la celda de la boca, para recordar que debe observar recato en sus expresiones.

jaimedar@gmail.com