El lunes 27 de enero marcó el 75 aniversario de la liberación, por tropas rusas, de Auschwitz, el más grande de los campos de concentración y exterminio de los germanos hitleristas en Polonia.
Este hórrido matadero humano, donde más de un millón de prisioneros, mayormente judíos, fueron asesinados, es conocido mundialmente como el símbolo del Holocausto.
Cuando el Ejército Rojo alcanzó ese campo, todavía se encontraban ahí 7.000 sobrevivientes que muy pronto fallecieron exhaustos de hambre y enfermedades. Igual destino sufrieron las víctimas aún con vida usadas por los nazis para experimentos pseudocientíficos.
El título de la ceremonia en Auschwitz fue “Recordando el Holocausto y la lucha contra el antisemitismo”. Un nutrido elenco de líderes europeos acudió en esta ocasión, como el primer ministro francés, Édouard Philippe; los reyes de España y el presidente de Ucrania, así como el mandatario de Polonia. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, hizo hincapié en el resurgimiento del antisemitismo, problema reiterado por todos los oradores, ya que en el mundo crece a pasos agigantados la violencia antisemita.
Pocos días antes de las ceremonias en Auschwitz, el jueves 23 de enero, líderes de 50 países convergieron en Yad Vashem, en Jerusalén, para enfatizar en la importancia de los 75 años de la liberación del campo de la muerte en Auschwitz. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel subrayó que esa congregación de líderes del mundo constituyó el más grande acontecimiento del Estado Judío desde su fundación en 1948.
Denominado el Foro Mundial del Holocausto 2020, su relevancia histórica fue determinada por el hecho de que el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, fue el orador principal en el Yad Vashem. El francés Emmanuel Macron y su colega ruso Vladimir Putin, así como el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el príncipe Carlos de Inglaterra tomaron parte activa en la solemne ocasión.
Como conclusión, no debe considerarse aceptable que el mundo conmemore los triunfos de la democracia mientras prospere el antisemitismo y la brutalidad racial. Nunca jamás es una lección por aprender al evocar la monstruosidad del Holocausto nazi-fascista, una mancha que tiñe de luto a la civilización occidental.
El autor es politólogo.