Escuchar¿Cómo describir el cataclismo que sacude a Estados Unidos? Desde el asesinato del afroestadounidense George Floyd, en Minneapolis, a manos de un policía, se iniciaron manifestaciones multitudinarias en todo el país en contra del racismo.
En Washington D. C., el mando presidencial usó ultramodernos armamentos para dispersar las concentraciones. Fue la cinta que aún mira atónito el planeta. El sábado, en las capitales europeas, así como en Australia, Brasil y muchos otros países, hubo demostraciones de rechazo al racismo y a los métodos utilizados por la Policía estadounidense en contra de afroestadounidenses y latinos.
En Estados Unidos, ha regido la democracia pluralista y pacífica desde que se libró la batalla contra la esclavitud. El general de la Marina James Mattis, quien había renunciado al cargo de secretario de Defensa, en una carta pública, denunció al presidente por dividir la nación y lo acusó de ser un peligro para la Constitución. Mattis, en el texto publicado en The Atlantic, afirmó que no se trata de un pequeño número de quebrantadores de la ley.
“Las protestas están definidas por miles de personas de conciencia que exigen cumplamos nuestros valores, como individuos y como nación", escribió Mattis, quien criticó duramente a dirigentes políticos y militares uniformados por concebir las ciudades como el campo de batalla donde se libra una lucha entre el aparato militar del Estado y la población civil. “Somos ahora testigos de las consecuencias de tres años sin un liderazgo maduro”.
Hay otro factor dominante en la inclinación a la violencia de Trump y sus consejeros. William Barr, procurador general y secretario de Justicia, en sus estudios se empapó de las ideas de Carl Schmitt, jurista de la Corona en el régimen nazi, quien, entre muchos dogmas, propugnaba que las leyes y constituciones no derivaban de principios morales.
Su principio obligado era distinguir entre amigos y enemigos, precepto que obligaba a liquidar a los enemigos. Matar y matar era su receta. La mescolanza de gobierno y violencia estalló temprano en la presente crisis estadounidense. Cuanto más pronto Donald Trump, el tonto útil de esta historia, deje de ser el árbitro primordial y, junto con él, despejen el escenario los falderos de la violencia y la justicia que vician el ámbito decisor del Estado, mejor destino aguardará al hermano pueblo del norte.
El autor es politólogo.
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