No he sido simpatizante del presidente Donald Trump. Sin embargo, debo confesar que mucho me emocionaron sus palabras de reconocimiento a Jerusalén como la capital de Israel. La tantas veces bendita ciudad, centro político y religioso judío por miles de años, fue cuna de los monarcas Saúl, David y Salomón, de profetas y de un sinnúmero de personajes que recorren nuestras lecturas bíblicas.
No dudo de similares sentimientos entre católicos, cristianos y musulmanes que ahora pacíficamente comparten la santidad de Jerusalén con los judíos. También recordé el salmo 137 y su conmovedor mensaje: “Si te olvidara, oh Jerusalén…”.
Allá en 1948, estaba en la balanza el nacimiento del moderno Estado de Israel. Poderosas fuerzas árabes y sus adláteres europeos y norteamericanos se movilizaron para frustrar ese desenlace.
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El presidente Truman describe en su biografía cómo debió resguardarse en la Casa Blanca, aislado de unos y otros. No obstante, tocó a su puerta un viejo amigo judío con quien, mucho antes de emprender su carrera política, estableció un pequeño negocio de camisas. La empresa nació mas no prosperó, por lo que ambos socios debieron liquidar la fuente de tantas ilusiones.
Harry Truman nació en Lamar, Misuri, el 8 de mayo de 1884. Su vocación por la política lo enfiló al ámbito parlamentario demócrata en el cual llegó al Senado en Washington D.C. Fue en esa coyuntura que el presidente Franklin D. Roosevelt murió y Truman, su vicepresidente, llenó la ausencia del venerado gigante en la presidencia, en 1945. Ya presidente, condujo a los aliados y desempeñó un papel medular en la derrota de Alemania así como la liquidación de la Segunda Guerra Mundial. Una decisión angustiante pesó en sus hombros: aprobar el uso de armas atómicas en Japón.
Truman fue clave y rector para el establecimiento de la ONU, proclamó la Doctrina Truman, en 1947, y obtuvo la aprobación del Capitolio por $13.000 millones para la reconstrucción de Europa y la contención de la URSS.
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Existe un amplio consenso de que Truman fue esencial para el nacimiento del Estado de Israel en mayo de 1948. La ONU, con el voto afirmativo de Costa Rica, en persona de su embajador Mateo Fournier, agregó su sello positivo. Ahora, el republicano Donald Trump, marginando la explosión vehemente de aliados y adversarios foráneos, dio un paso más osado: reconoció a Jerusalén como la capital de Israel.
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