¿Por qué está en la cárcel Paul Manafort? La pregunta circula insistentemente en Washington, pues se trata de un personaje muy conocido. Para abrir el escenario, estuvo ligado a la campaña presidencial de Donald Trump, en el 2016, y su presencia advertía poseer los bolsillos indispensables para anidarse en los altos círculos cercanos al postulante republicano.
La sensación que produjo su súbita aparición en la campaña atizó la curiosidad de los viejos lobos. La prodigalidad era visible en sus tres lujosas residencias en Washington, otra en Nueva York y una más próxima a un parque de Virginia. El cuadro más amplio motivó al fiscal especial Robert S. Mueller III a acumular vastas pruebas de sus manejos ilegales en ultramar, particularmente los bancos que asilaban los fondos acumulados por Manafort en su extenso festín financiero.
Sin duda, el historial de Manafort es largo. Provenía de una familia con lustre, pero poco capital. Su padre era abogado y cuando Paul se graduó en Georgetown ingresó al bufete de su familia. Sin embargo, la prominencia de ciertos clientes y la cuantía de los negocios que empezó a generar obligaron a cambios en el membrete.
Muy pronto sus socios admiraron su talento en desarrollar la venerable versión del cabildeo, el lobby, que desde Washington se abría al mundo. Dictadores de variados orígenes y gobiernos en aprietos rogaban por la gestión de Manafort que, con su genio, sabía cómo recomponer sus relaciones con Washington. ¿Cómo lo hacía? Mediante millonarias combinaciones que finalmente lo ubicaron en Ucrania y dieron marco a su fraternal –y muy lucrativa– relación con el presidente Víktor Yanukóvich.
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Ese capítulo creció parejo al de manejar capitales en el exterior, fondos que Paul agregaba a otros a su nombre en paraísos bancarios como Chipre y Bermudas y que rápidamente se elevaron a centenares de millones de dólares. Los enredos que posteriormente urdió, y las amenazas de los rusos defraudados, sellaron la hora de escapar de Ucrania a Washington.
De regreso al hogar, incursionó en la política por un tiempo, pero no cejó en sus truculencias hasta que, recientemente, Mueller lo mandó tras las rejas. Hoy, Paul está en prisión preventiva y calcula que le va mejor ahí que afuera, expuesto a los suplicios y la muerte que le garantizan los rusos. ¿Será Paul el príncipe de las tinieblas que se desvanece, como bromean algunos conocidos?
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