Horizontes: El lente de Putin

El hombre fuerte de Rusia a veces cree y otras no en la misma cosa, según la conveniencia.

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Vladimir Putin afirma no tener confianza en la ciencia estadounidense. Putin, a veces cree y otras no en lo mismo, según le convenga.

Las discusiones sobre la materia están dirigidas a confundir al público. Tal propósito fue puesto en evidencia por respetables organizaciones y científicos de Estados Unidos, así como por europeos, todos colmados de distinciones internacionales de alto calibre.

La propaganda rusa ha desempeñado un papel crucial en difundir la consigna de que el coronavirus fue diseñado para incapacitar y matar.

Una investigación internacional liderada por varios medios, como el New York Times, pudo comprobar el infatigable empeño moscovita en propagar la idea de que las epidemias virales, como el ébola y ahora la covid-19, han sido generadas por la ciencia estadounidense.

De paso, dicha campaña pretende sembrar desconfianza en las vacunas, lo cual el mismo Putin promueve en su país. ¡Vaya ironía!

La red de enredos llegó a China. En estos ámbitos, casi nada permanece a la sombra del secreto. Pekín, por ejemplo, declara que el virus fue concebido por Estados Unidos como arma para paralizar a China. Putin y su servicio noticioso TASS han diseminado concepciones falsas y alarmantes, no solo sobre patógenos y vacunas, sino también acerca de ataques sónicos, biogenética, química industrial y fórmulas ininteligibles concernientes a la vida moderna.

Estas breves observaciones son suficientes para exponer un área utilizada por rusos y chinos para ganar notoriedad. Peter Pomerantsev, en su libro Nothing Is True and Everything Is Possible, explica que se trata de sembrar desconfianza en las instituciones gubernamentales. El mejor ejemplo es cómo en los años 80 se difundió la idea de que el sida fue diseñado para disminuir la población mundial.

Esas falsas narrativas en torno al sida crearon una falta de confianza entre los afroamericanos y, por tanto, no buscan ayuda médica. El porcentaje de estos ciudadanos que han fallecido por coronavirus es alarmante.

Asuntos como el retraso académico ruso hieren a Putin, fenómeno visible en proscenios internacionales. Lástima no haberlo invitado a Costa Rica a debatir con mi fallecido hermano Rodolfo Cerdas, quien pudo haberle impartido una lección memorable.

jaimedar@gmail.com

El autor es politólogo.