El lóbrego ritual de una rendición de cuentas fue ordenado el viernes por el Congreso en Lima para el mandatario Pedro Pablo Kuczynski. Lamentablemente, el anuncio conlleva un doloroso recuento porque, al margen del procedimiento legislativo, el historial del presidente ha quedado en entredicho y fracturado. Lástima, porque su gestión arrancó como un vendaval de esperanzas en la nación y el hemisferio. Atrás quedaban la dictadura de Fujimori y una cadena de manoseadores de las arcas fiscales.
Opinan los comentaristas que las esperanzas de una revocatoria legislativa son infundadas. La pugna parlamentaria se esfumó ante el contundente respaldo a la impugnación la semana última. La causa aducida para la remoción fue la “incapacidad moral” del presidente. Y por las calles una catarata de adversarios del mandatario era azuzada por los seguidores de Keiko Fujimori. Y ahora, el relato se ha volcado. ¿Se habrá convertido el caso en una venganza indígena contra un niño bien?
Uno se pregunta por qué acusaciones de conducta delictiva del presidente podrían prosperar de cara a sus pulcros antecedentes. La respuesta está en el ciclón Odebrecht que ha sacudido a una lista importante de jefes de Estado y altos funcionarios en Latinoamérica, receptores de coimas de la citada constructora brasileña.
En el caso del presidente, aparecieron documentos acreditando el pago cercano a $800.000 en honorarios por asesorías para una empresa propiedad del mandatario. Las remesas ocurrieron entre el 2004 y el 2007, período durante el cual Kuczynski se desempeñaba como ministro de Economía y primer ministro. Mas, alea jacta est, la suerte ya estaba echada.
A lo largo de los procedimientos en su contra, el mandatario se ha defendido negando su participación en los hechos. Negar, negar y seguir negando es una antigua consigna, la cual, como en el pasado, esta vez tampoco perfila funcionar. Mañana jueves el presidente expondrá ante el Parlamento su descargo por los hechos que se le atribuyen. Quizás no se sienta alentado pues dos de sus predecesores ya fueron antes inculpados. Uno de ellos huyó del país y el otro sigue en prisión.
El optimismo exagerado en estas lides suele ser fatal compañía. Algunos investigadores se preguntan cómo era posible que el presidente Kuczynski, hombre curtido en estas faenas, hubiese cometido tantas imprudencias. Queda por ver si el mandatario será tan diestro en esta ocasión para capear los cargos que se le atribuyen.
Abogado, Ph. D. de la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts y Harvard), fue economista del FMI. Ha escrito columnas para el "Wall Street Journal" y fue profesor en la Universidad de Costa Rica. Fue director sénior de Latin American Studies en el Hudson Institute. Embajador de Costa Rica en Estados Unidos de 1998 al 2005.
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