La semana pasada la Asamblea Legislativa aprobó una ley que permitirá al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realizar en el 2022 el censo nacional de población y de vivienda. Por medio de una exclusión parcial de la regla fiscal, una amplia mayoría de congresistas (38 contra 4) facultaron al Instituto para usar fondos que ya tenía ahorrados, pero no podía utilizarlos debido al límite de gasto que rige en el sector público. Es, sin duda, una excelente noticia.
La excepción aprobada no exime al INEC de la regla fiscal en su operación diaria: el pago de salarios y otros gastos corrientes. Ahí, tendrá que seguir socándose la faja. Permite, sin embargo, que pueda ejecutar proyectos estadísticos «de periodicidad superior a los dos años» como, además del censo ya indicado, el censo agropecuario y las encuestas de ingresos y gastos de los hogares, de microempresas en los hogares y el uso del tiempo. La nueva ley habilita a Costa Rica para cumplir los compromisos en materia de generación de estadísticas de alta calidad que adquirió al ingresar a la OCDE.
Sin buenos datos, el país vuela a ciegas, un lujo que en medio de la tormenta actual podría terminar en tragedia. ¿Por qué? No solo no tendríamos conocimiento apropiado sobre los problemas por resolver sino que la ignorancia es caldo de cultivo para las ayotadas, en una época cuando requerimos trazar una hoja de ruta para la pospandemia. El desconocimiento difumina los parámetros de la verdad asentada sobre evidencia empírica.
El diseño de políticas económicas y sociales de mayor calidad y eficacia, que a gritos pide todo el mundo, necesita del buen saber acerca de la población, sus características y condiciones de vida y trabajo, así como de los emprendimientos productivos. Otro tanto es necesario para la planificación estratégica en el sector privado: ¿Cómo tomar decisiones sobre inversión cuando se sabe poco o nada del tamaño y profundidad de los mercados?
Falta ahora que el Ejecutivo firme la ley, acto que espero ocurra pronto. Otro tema es si las cerca de diez iniciativas con nuevas excepciones a la regla fiscal que hacen fila en el Congreso tienen tanto o más mérito que la del INEC, y si de aprobarse dejarían esa regla con más agujeros que un queso «gruyère». Un asunto para una discusión de fondo en la que hay que proceder con mucho tiento.
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El autor es sociólogo.