Colegiales, estudiantes universitarios y desempleados con formación académica siquiera elemental ofrecen a padres y alumnos de escuelas y colegios resolver las guías de trabajo autónomo (GTA) adoptadas por el Ministerio de Educación Pública como mecanismo de evaluación.
Aparte de comprar una buena nota en los exámenes, los estudiantes pueden dar rienda suelta a la pereza y solicitar la ejecución de tareas. El «servicio» se promociona también como apoyo para los padres de familia sin tiempo o conocimientos para ayudar a sus retoños.
Un par de generaciones atrás, padres y madres generalmente vigilaban el apego de sus hijos a la ética cotidiana y comprendían el autoengaño de las calificaciones fraudulentas. La travesura infantil o adolescente siempre existió, pero nunca tan metódica y siempre a espaldas de los progenitores. Confesar la trampa en el hogar era impensable.
El cambio dice mucho del rumbo de nuestra sociedad y la urgencia de corregirlo. No me gustan los sermones ni creo que todo tiempo pasado fue mejor. Las rígidas relaciones paterno-filiales de otras épocas han venido cediendo, así como la dictadura del hombre en el hogar. La educación basada en el temor a la faja paterna o el reglazo del maestro fue sustituida hace mucho por métodos superiores. No obstante, algo queda para añorar del tiempo cuando un padre de familia cometería muchos otros errores, pero no el de colaborar con una trampa del hijo.
El boyante negocio utiliza las redes sociales para la promoción y distribuye el producto por WhatsApp. Para el cobro está Sinpe Móvil. Todo puede hacerse desde un celular y las autoridades educativas admiten la dificultad de identificar el fraude. De eso se encargará el tiempo. Los conocimientos no adquiridos le harán la vida difícil al alumno en otras etapas del proceso educativo y, si se trata del desempeño laboral, peor todavía.
Pero más grave que las materias ignoradas es el aprendizaje del fraude como medio para superar obstáculos. Cuanto más joven la víctima de esta desviación, peor. Es un engaño perpetrado en la intimidad del hogar, con los mentores más cercanos como cómplices. Extramuros, se impone la ley del silencio.
La fácil solución de tareas y evaluaciones se convierte en un ejercicio práctico de posibles conductas futuras, con idéntica estructura, pero consecuencias mucho más graves. Los padres de familia harían bien si lo piensan antes de financiar a sus hijos ese tipo de formación o, mejor dicho, deformación.
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