A las puertas del inicio de un nuevo curso lectivo, se abre un sinfín de posibilidades y retos. La atención integral de los miles de niños y jóvenes que ingresarán a las aulas debe ser una prioridad para el país.
El más reciente Informe Estado de la Educación muestra grandes vacíos en cuanto a cobertura, desarrollo de competencias científicas y lingüísticas, formación de educadores y la disminución de la brecha entre la educación pública y la privada, entre otros.
No se trata únicamente de efectuar cambios evaluativos y curriculares, como se hizo con las pruebas FARO, las cuales hasta ahora representan una incógnita para los educadores y la comunidad estudiantil. En este caso, no podrían establecerse como parámetro de calidad en la medición de resultados en, cuando menos, un período de cinco años.
Recurso humano. Aún en el 2020 urgen acciones concretas para alcanzar la estabilidad docente, el seguimiento en la formación de educadores y el refuerzo de las gestiones educativas.
El fortalecimiento del recurso humano resulta un factor crucial para el éxito en el proceso de enseñanza–aprendizaje. No debemos dejar de lado que el profesorado se convierte en el gestor del sistema educativo; son necesarios la actualización, el acompañamiento y mecanismos más eficientes en la selección de personal. Se evidencian cadenas de mando y subordinación que, lejos de reducir procesos, se convierten en una especie de laberinto sin salida.
En cuanto a las direcciones de los centros educativos, es vital que se desarrollen y estimulen en las gestiones administrativas verdaderos liderazgos, se promuevan competencias y habilidades blandas. Estas últimas no se obtienen con un título universitario; es necesario establecer un marco de acción más allá de las líneas de gestión que se quedan en papel o, en el mejor de los casos, planes y proyectos sin ejecutarse.
Plantas físicas. La infraestructura es punto y aparte, representa hoy uno de los principales retos y puntos de intervención para nuestro sistema educativo. La administración eficiente de recursos en esta coyuntura, en un país en plena recuperación económica, parece ser la alternativa para asegurar a la comunidad estudiantil equipamiento, planta física y materiales de acuerdo con las necesidades de cada región.
Las deficiencias en este ámbito van de la mano del aumento en la cobertura del sistema educativo, el cual parece ser un punto a favor; sin embargo, aumentar la oferta y los servicios educativos deben acompañarse del espacio y la condición idónea para cada uno de los estudiantes.
De acuerdo con el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), en el 2019, Costa Rica se ubicó en la tercera posición en Latinoamérica en cuanto a lectura, matemática y ciencia, sin duda alguna, el mayor desafío no representa sostenerse, sino una mejora continua que coloque al país a la vanguardia en el ámbito educativo.
La autora es docente e investigadora.