La pandemia no solo agravó las brechas académicas entre la educación pública y privada, también desnudó la crisis de valores que amenaza la enseñanza.
El miércoles, La Nación reveló que en la redes sociales gana terreno un negocio clandestino: padres de familia pagan a terceros para que resuelvan las tareas de sus hijos.
Dicho «emprendimiento» surgió desde que a los hogares de los alumnos son enviadas las guías de trabajo autónomo del Ministerio de Educación Pública (MEP), única herramienta con que cuenta la institución para evaluar el aprendizaje de los escolares y colegiales mediante el modelo mixto de clases presenciales y a distancia.
No obstante, para que este recurso de emergencia funcione requiere compromiso decidido del docente, del alumno y del padre de familia.
Si el educador no imparte a conciencia la materia que luego va a evaluar en las guías autónomas, entonces, está trasladando la responsabilidad de la enseñanza a los hogares.
Los hechos son muy graves porque si bien la familia debe acompañar y supervisar a los hijos en el proceso formativo, la educación es prerrogativa de las escuelas y los colegios.
Una mamá o un papá puede tener la mayor voluntad de explicar a un hijo la materia; sin embargo, no todos tendrán el tiempo o las destrezas pedagógicas para asumir la labor por la que se le paga al docente.
Ahora bien, si en el hogar tampoco hay preocupación por cumplir las asignaciones enviadas o se opta por el camino fácil para salir de las tareas asignadas a los alumnos, entonces también se está construyendo una mentira.
De todo lo anterior se aprovechan colegiales de niveles avanzados, universitarios y desempleados que ofrecen resolver las guías por una tarifa que va desde ¢1.500 hasta ¢5.000.
Dada la angustia de algunos padres y la irresponsabilidad de otros, los proveedores aprovechan las infinitas cadenas de chats y perfiles propios y ajenos para promover sus servicios.
Al final, caemos en la cuenta de que las guías del MEP no son una herramienta fiable para medir la calidad de la educación y, por el contrario, pueden convertirse en una enorme farsa.
rmatute@nacion.com