Hoy no puedo evitar especular. Uso ese verbo en el sentido de "hacer conjeturas sobre algo sin conocimiento suficiente". Me excuso por ello, pero lo siento inevitable. La especulación es esta: ¿será que con la clasificación de la Selección masculina de fútbol al Mundial, el sábado pasado, la gente cambió el "chip" de la emergencia que teníamos por la tormenta que nos garabateó la mitad del país y nos fuimos de fiesta colectiva? ¿Pudo más una bola que las lágrimas de muchos cuando más apoyo y solidaridad necesitaba el país?
Confieso que no tengo más que impresiones anecdóticas. A diferencia del año pasado, cuando el huracán Otto devastó la zona norte, esta vez, cuando he pasado enfrente a las sedes de la Cruz Roja, no he visto el hormiguero de gente llevando donaciones o ayudando a recibirlas y clasificarlas.
La pregunta que planteo puede ser respondida de una u otra manera, ojalá en un sentido que me desmienta. Me gustaría ver el balance de la Cruz Roja, y de otras iniciativas de apoyo públicas y privadas, para ver si tengo o no razón. En cualquier caso, la interrogante es válida: si nos fuimos de fiesta, pero no perdimos el empuje de la solidaridad, ello hablará muy bien de nosotros como sociedad. Lo contrario sería decepcionante.
Y es que lo que tenemos enfrente no es comida de trompudos. Los daños de la tormenta tropical Nate parecen haber sido mayores que los de Otto. El presidente Solís dijo que es la mayor crisis derivada de un evento natural en la historia. La Nación reportó hace cinco días que 10 personas habían muerto, 17 personas estaban desaparecidas, 500.000 personas sin agua, 7.200 en albergues y 24 vías cerradas.
Pasada la emergencia, que nos saldrá carísima, tenemos dos temas urgentes. Por una parte, la gran tarea de la reconstrucción. La pregunta no es solo de donde se sacará la plata en momentos en los que las finanzas públicas están muy mal, sino ¿reconstruir qué? Y ¿adónde? Pregunto: ¿tiene sentido volver a levantar una escuela en una zona de riesgo? ¿Invertir otra vez en Parrita?
Por otra parte, ¿cómo generar un cambio cultural? Una de las cosas que empeoró los impactos fue el uso de los ríos como basurero. Esto lo podemos cambiar: urge una campaña nacional de concienciación, patrullaje ciudadano de las cuencas y recargos en los servicios municipales a los vecinos de las zonas donde hay botaderos (y nada de caritas).