La Caja se une al Ministerio de Salud para aconsejarnos permanecer en casa. El consejo vale para todo, menos para trámites básicos en la Caja. Existe un frondoso Departamento de Informática que en apenas un par de décadas desarrolló el expediente digital único en salud (EDUS). Pudimos haberlo comprado en Corea hace 20 años y todavía no está del todo completo, pero tampoco sirve si el asegurado no ha ido antes al Ebáis más cercano.
Quien intente registrarse mediante la aplicación sin haberse presentado personalmente recibirá el siguiente mensaje: «No hemos encontrado ningún correo electrónico asociado a su persona en nuestro sistema. Por seguridad de su información personal, es necesario que se dirija al establecimiento de salud de la CCSS más cercano para actualizar sus datos».
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Un iluso podría creer que se trata de un error. La Caja le envía la orden patronal al correo electrónico desde hace años. En la Oficina Virtual (Sicere), registró la misma dirección digital como patrono de Perla, a quien debe el orden de la casa, además de un ocasional gallopinto y la receta de los nacatamales. Aparece como trabajador voluntario y también como asalariado. La Caja le manda avisos, en ambas condiciones, al mismo correo electrónico. La dirección está en todos los rincones del Sicere, ligada a su número de cédula, cuando revisa sus datos de afiliación a los sistemas de pensiones voluntarias y obligatorias.
Nada de eso vale. Si quiere su vacuna contra la covid-19, para lo cual debe estar afiliado a una clínica, debe salir de casa porque la Caja necesita que le informe, personalmente, su dirección electrónica, teléfonos celular y fijo, dirección de residencia, estado civil, nombre de familiares directos y un contacto adicional, por si las moscas.
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Eso, al menos, dice una página oficial en Internet donde don Alfonso Mora Román, jefe de una subárea de la Gerencia Médica, señala que los datos recopilados en los Ebáis «viajan a través de todo el sistema de información de la CCSS, que se interconecta además con diferentes bases de datos como Sicere, pensiones, seguros por el Estado…».
Al parecer, los datos no viajan en la otra dirección, porque cuando el iluso del cuento explica su caso por teléfono a los encargados del EDUS responden que los sistemas no se comunican entre ellos y de nada sirve el correo difundido por todos los rincones de la Caja. Si quiere descubrir las maravillas del gobierno digital, póngase a caminar.
agonzalez@nacion.com