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Las elecciones nacionales del pasado domingo en Panamá guardan ciertas similitudes con nuestro reciente proceso. Los vientos del anticontinuismo también barrieron allá y al nuevo Gobierno le costará mucho formar mayorías parlamentarias. En efecto, la presidencia la perdió el oficialismo, nadie daba un cinco por el candidato ganador, el Congreso (Asamblea Nacional) quedó fragmentado, ningún partido tiene mayoría parlamentaria y el ganador tiene una fracción pequeñita, incluso más reducida que la que aquí obtuvo el PAC.








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