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Nuestra manera de hablar es un verdadero zoológico: “esa mae sí es un gato”, “fulano es un perro”, “esa chavala es una zorra”, “el tipo es una rata”, “¡qué burra fulana!”, “carajo más caballo”, “aquella es un lince”, “eso era un cucarachero”, “se batió como un león”, “estás pa’l tigre”, “se hizo el chancho”, “¡qué mosquero ese!”, “comió como un pajarito”. Y así. Uno no sabe qué han hecho ciertos animales para merecer esa fama, pero lo cierto es que nuestra habla parece el arca de Noé. Y nos damos a entender perfectamente.








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