Tenemos un rompecabezas en el mercado laboral: un elevado nivel de desempleo, creciente preponderancia de la informalidad en la generación de trabajos y el estancamiento de los ingresos de la mayoría de los trabajadores. Es un triple problema que ya era una complicada realidad años atrás, cuando la economía crecía al 3 % o 4 %, y que, en plena desaceleración, no ha hecho sino agravarse. Hace rato no generamos bienestar ni acomodamos a las nuevas generaciones en el mercado laboral.
Algunos dicen que si la economía crece con rapidez el problema se arregla solo. Sin duda, altas y sostenidas tasas de crecimiento ayudarían a aliviarlo, pero no hay una “bala de plata” para resolver el rompecabezas, una medida que por sí misma alcance para solucionarlo. Reconocer esta dificultad es crucial para evitar “curas milagrosas”. Vean ustedes: si lográramos, por arte de magia, que la economía creciera velozmente, las variables laborales seguirían en un terreno negativo si ese crecimiento es promovido por sectores intensivos en capital y pocos encadenamientos productivos y laborales.
Recordemos que el triple problema laboral no se originó en una época de crisis, sino en una en la cual había expansión económica. Entonces, no es el crecimiento per se, sino cierto tipo de crecimiento el que interesa. Necesitamos economías regionales capaces de crear empleo y valor agregado locales mediante el establecimiento de cadenas de valor en zonas donde hoy no está pasando mucho. Fácil decirlo, difícil hacerlo.
Crear conexiones entre actividades económicas ayudaría a llevar “vida” fuera de las zonas francas: revitalizar el agro, la agroindustria y encadenar mejor el turismo a las comunidades. Contribuiríamos a generar buenos empleos tanto dentro como, especialmente, fuera del Valle Central, donde la cosa está que asusta para jóvenes, mujeres y personas poco calificadas. Necesitamos hacer, pues, lo que no hemos hecho en las últimas décadas, cuando concentramos (casi) todo en la capital y abandonamos el resto del país a su suerte.
Conexiones: actuar simultáneamente en distintos frentes, desde el fomento productivo a la creación de clústeres (polos de desarrollo), reorientar la educación técnica, acercar las universidades al sector productivo, entre otras cosas. Implica actuar en concierto entre muchos: cuesta, pero es ineludible. Hay que empezar.
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El autor es sociólogo.